Ciudadanías para la democracia
86 septiembre de 1973; de seguro eso fue lo más terrible, pero no lo único. Tenemos un largo historial de masacres perpetradas por las Fuerzas Armadas y policiales. Esto no puede ser borrado de nuestra memoria. El único período de nuestra historia, corto, apenas 15 años (durante los cuales nos acercamos un poco a los parámetros universales de lo que se entiende por democracia) fue el brevísimo lapso que medió entre 1958 y 1973. ¿Por qué? Porque en 1958 hubo dos avances importantes: se derogó la Ley Maldita, es decir, el Partido Comunista pudo actuar nuevamente en la legalidad; además se instauró la cédula única electoral, terminando el cohecho. Por añadidura, durante la década de los años 60 y comienzos de los 70, los gobiernos de Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende realizaron profundas reformas en el plano económico, social y cultural, que hicieron de nuestro sistema político algo más parecido a una democracia. Aunque tampoco hay que idealizar el sistema político que tuvimos hasta 1973, porque las Fuerzas Armadas y policiales siguieron actuando como verdugos de su pueblo en democracia: matanza de la población José María Caro (1962), bajo el gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez; matanzas de trabajadores mineros en el Salvador (1966), de pobladores de Pampa Irigoien, Puerto Montt (1969) y de trabajadores en Santiago en el contexto de un paro nacional en 1969 durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, además de otros episodios represivos. Ustedes se preguntarán: ¿qué tiene que ver esto con el proceso constituyente? Mucho, porque ese fue -a brochazos muy gruesos- el marco político general de nuestra historia y porque en ese contexto se han desarrollado los procesos constituyentes. Nunca Chile ha tenido un proceso constituyente democrático. Nunca. Todas las constituciones, desde los reglamentos constitucionales de la Patria Vieja hasta la Constitución actual, que es la Constitución del dictador, han sido elaboradas por minorías sociales y políticas a espaldas de la ciudadanía. No nos alcanza el para entrar en el detalle de la docena o más de procesos constituyente que hemos vivido. No obstante, una síntesis muy apretada nos señala que, en el siglo XIX, por las razones ya expuestas, los procesos constituyentes no podían ser democráticos, porque además del sufragio censitario masculino, nunca se convocó a la ciudadanía a discutir o aprobar algunos de los proyectos constitucionales elaborados entre cuatro paredes por seis, siete u ocho caballeros. Caballeros, porque había exclusión total de las mujeres como ya hemos subrayado. Caballeros, porque eran de
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