Ciudadanías para la democracia
46 Estado y la represión militar masiva, al estilo de los años 70. 8 Nada hace suponer que estos recursos se han vuelto imposibles, o que no serán usados consistentemente cuando se les necesite. El asunto es más bien que la represión militar se ha distribuido, fundido en el cuerpo social, como represión policial, focalizada. 9 Represión avalada y apoyada en gran escala por los medios de comunicación, temor selectivo y ejemplarizador entre los grupos de riesgo, protección descarada a los policías que cometen excesos. Para quien quiera asumir posturas de oposición medianamente radical al sistema, la democracia puede parecerse bastante a las más simples y tradicionales dictaduras. Pero, en rigor, solo los que quieran ser críticos realmente radicales tendrán que enfrentar ese temor. La impresión democrática se sustenta, desde el punto de vista de los procesos ideológicos, en una política que ya Herbert Marcuse, en los lejanos años 60, llamó “tolerancia represiva”. Ahora, bajo la reindustrialización postfordista, esa idea cobra una nueva y más poderosa realidad. La lógica fordista, que se expresó en todos los campos de la acción social, se caracterizaba por una fuerte verticalidad en las relaciones de poder. Un sistema de producción y una forma de organización que necesitaba homogeneizar para dominar. Una situación en que se creía que para tener el poder era necesario tener todo el poder. En este plan, todo poder local o alternativo era visto como subversivo y peligroso. La represión tenía que aplanar las diferencias, no podía permitirlas. La lógica postfordista, sustancialmente más compleja y eficaz, no requiere homogeneizar para dominar. Es capaz de producir diversidad y, a la vez, su poder consiste en la capacidad de administrar esa diversidad. No requiere todo el poder para ejercer el poder. Su habilidad consiste en producir, incluso fomentar, poderes locales y mantener a la vez la capacidad de administrarlos. La represión ahora no requiere sofocar toda diversidad, sino que puede y debe focalizarse más bien en la diversidad radical. Y el efecto 8 Con la notable y gruesa excepción, por supuesto, de la intervención militar foránea directa, como en los casos de Afganistán, Yugoeslavia e Irak. Las evidencias hacen pensar, sin embargo, que en estos casos no es tanto el peligro político el que se ha tenido en cuenta, sino los más prosaicos y tradicionales intereses mercantiles. 9 Un cambio estratégico que corresponde al paso de la antigua Doctrina de Seguridad Nacional a la nueva Doctrina de los Conflictos de Baja Intensidad.
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