Ciudadanías para la democracia

35 formal mínima que ha resuelto considerar como democrática -los ciudadanos deben concurrir a elecciones libres para expresar opciones genéricas. Estas opciones, sin embargo, deben ser especificadas por representantes competentes, asesorados por expertos profesionales. Incluso, en la medida en que el mecanismo electoral puede tentar a los representantes a formular promesas irresponsables y populistas, estos mismos representantes, a su vez, deben ser tutelados. Esto ocurre básicamente a través de dos modos: con organismos supra representativos, que pueden rechazar sus deliberaciones (como es en Chile el Tribunal Constitucional), o simplemente sacando del campo de sus decisiones posibles áreas enteras, que se consideran demasiado delicadas, y que se entregan a organismos “técnicos” (como ocurre en Chile con la autonomía del Banco Central). Las técnicas legislativas permiten todavía otro mecanismo, cada día más extendido, para limitar la eventual voluntad populista de los representantes: legislar de manera general, obteniendo leyes que contienen solo fórmulas genéricas, vagas, y encargar luego a una “comisión técnica”, en el ámbito del poder ejecutivo, para que dicte el reglamento que la especifique y la haga aplicable. Por esta vía, a pesar de la apariencia representativa de la legislación, finalmente, en la práctica, las normas aplicables y concretas son dictadas por decreto, más bien desde el poder ejecutivo que desde el parlamento. 4. Ya la gran expansión del censo electoral ocurrida entre 1880 y 1930 estuvo atravesada por tendencias antidemocráticas. Con una actitud a medio camino entre la sorpresa y la hipocresía, los intelectuales, incluso los medios de comunicación señalaron a los gobiernos norteamericanos de los años 20 como los más corruptos de su historia. Mientras más coloridas y sonadas eran las elecciones de los congresistas y presidentes de Estados Unidos, menos representantes reales de la voluntad popular eran sus triunfadores. El uso de los medios de comunicación de masas en campañas de manipulación evidentes de la “opinión pública”, la intervención a gran escala de los intereses empresariales en todos los aparatos del Estado, el uso del doctrinarismo ideológico como modo de quitar complejidad y eficacia a la soberanía popular, son signos evidentes y señalados desde todos los sectores. Que el propio presidente de los Estados Unidos haya denunciado el poder del “complejo industrial-militar” (y su propia impotencia) es, de algún

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