Ciudadanías para la democracia

100 del poder, ni siquiera de aquellos que sean buena onda y que en algún momento estén en el poder. Si los trabajadores y la ciudadanía democrática no son capaces de generar sus propios procesos auto- reflexivos y de autoeducación ciudadana, no hay perspectiva. Esto no va a caer del cielo. Yo sé que esto es duro, pesado, que rompe con la cultura dominante, porque han habituado al pueblo chileno al clientelismo, a esperar la dádiva del poder, a convertirse en satélites del político de turno que esté más cerca. Entonces, hay que impulsar un proceso de autoeducación ciudadana. También hay que hacer cosas como las que se han mencionado en este seminario: estimular profundos procesos de reforma educacional del Estado, reintroducir la asignatura de Educación Cívica en los colegios o, por lo menos, asegurar que en asignaturas tan sensibles como Historia y Ciencias Sociales, la Educación Cívica esté presente como contenidos transversales, a lo largo de la materia. Que cuando se enseñe Historia de Chile, no sea la letanía de antaño de la sucesión de gobiernos con fechas y realizaciones, sino que esté presente esta mirada crítica a los verdaderos procesos, incluso algunos subterráneos, que no se detectan tan fácilmente, para generar una conciencia ciudadana. Conciencia ciudadana respecto a estos temas, respecto de los Derechos Humanos, de la diversidad, para tener una conciencia crítica y ser protagonistas de nuestra historia. Si no logramos vencer estos lastres del pasado y del presente, no habrá proceso constituyente realmente democrático. Tal vez tengamos una “nueva Constitución”, pero no será más que un retoque de la Constitución actual. Reformas constitucionales hemos tenido muchas desde 1989 hasta la fecha: esta Constitución ha sido remendada en más de 200 aspectos. Las primeras reformas se realizaron bajo la propia dictadura en 1980, mediante un plebiscito del cual nadie quiere acordarse, luego mediante las reformas consensuadas cupularmente entre Lagos y Longueira en 2005, pero ninguna de esas reformas cambió lo más esencial que ya mencionamos, a saber, el carácter de Constitución a la medida del modelo neoliberal y de régimen político de democracia tutelada, restringida y de baja intensidad. Es por lo que las tareas que tenemos por delante son grandes e ineludibles, si queremos hacer realidad aquello que está en los discursos, pero que no se ha concretado jamás: hacer de nosotros, el pueblo, la ciudadanía, el titular efectivo de la soberanía.

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