Neoliberalismo, neodesarrollismo y socialismo bolivariano

60 determinante de esta orientación no es la gravitación del Estado, sino la jerarquía asignada a las privatizaciones, la apertura comercial y la flexibilización laboral. También se prioriza el gerenciamiento privado y las inversiones extranjeras como sustitutos del ahorro interno. ¿Cuáles son los intereses sociales favorecidos por esa política? Es evidente que beneficia a los capitalistas en desmedro de los trabajadores, pero no es tan nítido su apuntalamiento de sectores burgueses específicos. Algunos autores subrayan las ventajas obtenidas por los rentistas financieros y otros resaltan el sostén general de los grupos concentrados 55 . Es evidente que el neoliberalismo mejoró, inicialmente, el perfil de los sectores financieros y afianzó, posteriormente, los negocios agromineros volcados a la exportación. Ha obstruido, en cambio, los procesos de acumulación de las fracciones industriales más dependientes del mercado interno. Evaluaciones combinadas El cuarto sentido del neoliberalismo es su dimensión política. En este plano, se identifica con los gobiernos derechistas subordinados a Estados Unidos, que recurren a la represión para apalear la protesta popular. Es la estrategia elegida por el PAN y el PRI, que ensangrentaron México con una guerra social bajo la premisa de “erradicar el narcotráfico”. Aquí se ubican, también, los mandatarios de Colombia, que acumulan un récord de persecuciones y asesinatos de luchadores sociales. En ese mismo campo deben ser situados los presidentes de Perú, que privilegian la respuesta represiva frente a las resistencias al extractivismo. Es la misma política que han seguido, en Chile, los líderes de la Concertación, manteniendo los pilares de la Constitución pinochetista. El uso de la fuerza es, también, un rasgo compartido por los presidentes privatistas de Centroamérica. Todos estos gobiernos desarrollan agendas reaccionarias, apuntaladas por los medios de comunicación. Priorizan, especialmente, la difusión de valores conservadores, para oponer a las clases medias con los sectores más empobrecidos. Pero este neoliberalismo político ha perdido el empuje triunfalista que exhibía en los años 90. Solo mantiene una gran capacidad para lanzar contraofensivas. En los últimos años, recurrió al golpismo con disfraz institucional, para derrocar a un presidente tibiamente reformista en Paraguay, y para tumbar un mandatario aliado del chavismo en Honduras. La derecha, igualmente, fracasó en las acciones destituyentes para desplazar a los presidentes de Venezuela y Bolivia. Esta incapacidad para imponerse en los principales países en disputa ilustra los límites de la 55 Ver: Salama, Pierre. “Las nuevas causas de la pobreza en América Latina”, Ciclos n 16, 2do semestre 1998, Buenos Aires. Martins, Carlos Alberto. “Neoliberalismo e desenvolvimento na America Latina”, en La economía mundial y América Latina , CLACSO, 2005, Buenos Aires.

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