Neoliberalismo, neodesarrollismo y socialismo bolivariano
57 proyecto derechista se diluyó y el modelo afrontó su desafío más directo a partir de las sublevaciones populares entre 1999 y 2005. Rebeliones y virajes El neoliberalismo latinoamericano fue socavado por levantamientos sociales parcialmente exitosos. Este resultado determinó la principal singularidad de este proyecto en la región. Las protestas pusieron un límite a la ofensiva del capital, especialmente, luego de cuatro alzamientos victoriosos (Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela) que tumbaron a los artífices del ajuste. Las rebeliones no alcanzaron la envergadura de las revoluciones del siglo XX, pero modificaron las relaciones de fuerza y forzaron concesiones sociales que contradicen el programa de Thatcher-Hayek. Estas conquistas erosionaron el plan de la reacción y generaron un escenario que diferencia a Sudamérica de otras zonas con predominio neoliberal continuado 50 . En este nuevo marco, la derecha ajustó su estrategia e introdujo una variante más moderada del mismo modelo. Este curso incluye discursos éticos, cierta intervención del Estado y alguna sintonía con la síntesis neoclásico-keynesiana de posguerra 51 . La retórica que adoptó el Banco Mundial es muy representativa de este cambio. Los promotores del ajuste han edulcorado sus recetas y esgrimen una hipócrita preocupación por la pobreza. Reconocen las “fallas de mercado” y promueven alguna regulación del Estado para corregir los excesos de la concurrencia 52 . Los informes de los organismos internacionales ya no presentan la radicalidad neoclásica de los años 80 o 90. Reconocen las imperfecciones mercantiles y destacan la primacía de la acción estatal en ciertas áreas (medioambiente, capital humano, infraestructura). Estos mensajes combinan el acervo ortodoxo con la intervención pública y proponen nuevos remedios para las rigideces de los precios y las trabas en la circulación de la información. Este neoliberalismo más atenuado también remarca la importancia del asistencialismo. Acepta el gasto público para contener la explosión de pobreza, como un precio a pagar durante la transición en curso. Supone que esa erogación será pasajera y se extinguirá cuando el modelo genere más empleo. En los hechos, registra el enorme impacto de grandes sublevaciones que atemorizaron a los capitalistas. El neoliberalismo del siglo XXI ha morigerado su entusiasmo inicial con la globalización. Ya no transmite el espíritu triunfalista de “fin de la historia” que anunciaba Fukuyama, ni se vanagloria por las “victorias de 50 Nuestra visión en: Katz, Claudio. Las disyuntivas de la izquierda en América Latina, Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2008 (pag-9-27) 51 Ver: Herrera, Remy. “El renacimiento neoliberal de la economía del desarrollo”, Globalización, dependencia y crisis económica, FIM, Málaga, 2010, (pp 23-24) 52 Ver: Burkett, P; Hart-Landsberg, M, “A critique of catch-up theories of development”, Journal of Contemporary Asia , 33(3), 2003.
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