Neoliberalismo, neodesarrollismo y socialismo bolivariano
42 basta que la estabilización macroeconómica sea mantenida, cualquiera sea el carácter de la política económica. Así, cambios de esta última no cambian la naturaleza de aquel. Lo que propone el neodesarrollismo es, justamente, mantener las reformas estructurales (cuando no, profundizarlas) y cambiar la política económica. La conclusión es obvia: el neodesarrollismo es una falsa alternativa al neoliberalismo porque se trata, solamente, de una nueva forma (política económica) del mismo contenido (estrategia de desarrollo neoliberal). En segundo lugar, el neodesarrollismo es una falsa alternativa porque se limita a modificar la forma de apropiación de la plusvalía producida en el capitalismo dependiente, con base en la superexplotación, sin cuestionar esa dependencia, sin cuestionar la superexplotación como base del proceso de acumulación dependiente del capital 33 . Si el neoliberalismo exacerba los mecanismos estructurales de transferencia de valor producido en el capitalismo dependiente, una real alternativa al neoliberalismo tendría que, por lo menos, reducir o limitar estos mecanismos. Nada se dice respecto a cómo se produjo ese valor de más, por lo tanto, no se cuestiona la superexplotación. Ese es un dato, un punto de partida y, por lo tanto, las políticas sociales inclusivas, como la redistribución del ingreso, que pueden derivar en aumentos salariales, son para compensar el hecho que se está superexplotando el trabajo. En experiencias como las de Brasil con los gobiernos del PT, sus defensores suelen presentar argumentos a favor sosteniendo que, en buena parte de ese periodo (2003-2016), hubo un crecimiento de los salarios reales y mejora en los indicadores de desigualdad. De hecho, datos soportan el argumento. Lo que no se dice – tal vez porque sea desconocido – es que, por un lado, los indicadores de desigualdad dicen poco. En términos más abstractos, una mayor igualdad no significa, necesariamente, que el individuo que tiene menos se aproximó al que tiene más, igualando los dos. Puede ser que, al revés, el que tiene más fue expropiado, tornándose más “igual” que el que tiene menos. En términos más concretos, se acostumbra utilizar el índice de Gini para medir la desigualdad entre los ingresos. Entretanto, en el caso brasileño, los datos que se presentan dicen, respecto a los ingresos, que vienen del trabajo. Esto quiere decir que la dispersión de los salarios disminuyó y nada más que eso. Podría ser que la dispersión se hubiera reducido aproximándose al “menos” y no al “más” (lo que no ocurrió), pero el simple hecho de que no se mencione esa limitación en el indicador significa, para decir lo mínimo, que se desconoce el mismo. Lo más importante aquí es que se trata de una medida de dispersión de ingresos del trabajo, pero nada se dice sobre los ingresos del capital. ¿Por qué? Los defensores del llamado Lulismo 34 no nos contestan. 33 Relacionado a esto viene, conjuntamente, la tesis del capital “bueno” contra el capital “malo”. La acumulación financiera (financiarizada) de capital nos es un problema moral. No ocurre porque existen capitales “malos”, que no quieren producir, generar empleos y salarios. 34 El llamado Lulismo no se puede confundir con Lula, el presidente en Brasil entre 2003- 2010, pues también contiene los gobiernos de Dilma entre 2011 y 2016, año en que se produjo
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