Neoliberalismo, neodesarrollismo y socialismo bolivariano

217 por la avidez acumulativa, y sin ningún freno moralista y humanitario, el capitalismo destruyó antiguas formaciones sociales localistas; generalizó la producción mercantil; instauró mercados nacionales integrados y mundiales; y alteró, gracias al rápido avance técnico-científico, valores, tradiciones y costumbres. La existencia del capitalismo radica en la separación de los productores de mercancías (los trabajadores) de sus medios de producción; en el monopolio de esos medios de producción por una sola clase social (la burguesía); y en el hecho de que los trabajadores, al ser apartados de la propiedad de sus instrumentos de trabajo, no poseían otro recurso para sobrevivir que su fuerza de trabajo, que son obligados a vender a la clase que monopoliza los medios de producción. En su desarrollo, el capitalismo generalizó la producción de mercancías. En la estela de ese proceso, todo producto económico se transforma en mercancía y toda organización de la sociedad se constituye de forma de asegurar la provisión de mano de obra asalariada al mercado capitalista; y, consecuentemente, impera el dominio del capital sobre el trabajo. Sin embargo, la subyugación estructural del trabajo al capital no es una exclusividad del sistema capitalista. Como recuerda Mészáros (1997), ella es “el factor crucial para la dominación del capital en cualquiera de sus formas conocidas e imaginables” (p.145). Por eso, es admisible la presencia del capital en las sociedades post-capitalistas, o socialistas, que consiguieron romper con los tres pilares del capitalismo – propiedad privada, trabajo asalariado y Estado capitalista – pero no rompieron con el capital. O sea, “la naturaleza incontrolable y el inmenso poder de restauración del capital” reaparecieron, según Mészáros (idem), en la ex Unión Soviética, con nueva personificación. Tanto la subordinación estructural del trabajo como el poder estructural del capital se hicieron presentes en aquel contexto, no en la figura del capitalista, sino que en una burocracia estatal que incorpó la lógica del capital en la extracción del trabajo excedente, con una diferencia en relación al sistema capitalista: esencialmente económica en este, y visiblemente política en la Unión Soviética (idem, p. 146). Así, se mantuvo, más allá del modo de producción capitalista, el fundamental e irreconciliable antagonismo milenario entre capital y trabajo, en el cual el capital demuestra no parar de acumular y de expandirse. Y eso explica su poder estructural que, en el modo de producción capitalista, está en la base de los poderes mediados por sus agentes. Tentaremos de explicitar esa forma única de poder que, según Gough (idem), también fue percibida por autores no marxistas. Poder estructural del capital Siendo el poder uno de los conceptos más prestigiosos en las ciencias sociales, al punto de ser comparado, en cuanto a su importancia, a la noción de energía para la física; y siendo las ciencias sociales un repositorio de

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