Neoliberalismo, neodesarrollismo y socialismo bolivariano
215 trabajo transformada en mercancía. Inicialmente, el capital asumió la forma elemental de dinero proveniente da renda de tierras, cuyo uso en las operaciones de intercambio mercantil generaba un suplemento de valor, un incremento monetario al valor original. Este valor adicional resultaba del acto de “comprar para vender” como un procedimiento nuevo, no existente en las operaciones de intercambio simple, que se orientaban al consumo propio y consistían en “vender para comprar”. Según Marx (1985), sin embargo, esa suma de valor se convierte en capital [sólo] en la medida en que su grandeza aumenta , en la medida en que se torna una grandeza variable , en la medida en que, desde el inicio es un flujo que tiene que generar un desborde [un impulso continuo]. En sí , quiere decir, según su determinación , esta suma de dinero sólo es capital porque es utilizada, gastada, de una forma que tiene como objetivo su aumento (p. 40) (destacados originales). En efecto, es gracias a su capacidad de ser un “valor que se incrementa con una plusvalía en la esfera de circulación de mercancías” (MANDEL, 1975, p. 45), teniendo por finalidad su auto crecimiento, independientemente de cualquier relación con los valores de uso o con el proceso productivo, que el capital comienza a existir en la condición de “intermediario” (idem, ibidem); pero un intermediario con potencial de, progresivamente, salir de esa condición y subyugar todas las esferas de la actividad económica (idem, 1981), lo que sólo va a acontecer en el modo de producción capitalista. En sus estadios pre-capitalistas el capital apareció, secuencialmente, como usurero y mercantil o comercial . El usurero “constituye la primera forma de aparición del capital en una economía fundamentalmente natural, agrícola, productora de valores de uso” (idem, 1977, p. 134). Constituía una transacción especulativa que funcionaba por medio de préstamos, o adelantamientos en especies o en dinero, con la condición de ser posteriormente devueltos al prestador, acrecentados de valor suplementario; o, en caso de incumplimiento, con la condición de expropiación, por parte del prestador, de los bienes empeñados por los endeudados, lo que tornaba la usura una transacción opresora y desintegradora de relaciones sociales preexistentes. Los detentores de ese capital, al principio extranjeros, se apropiaban de parte de la renta de las tierras de reyes, príncipes e emperadores a los que les concedían préstamos, bajo prenda, para sustentar los gastos de guerras y para bancar sus respectivos consumos de lujo. Así, “la acumulación de capital usurero, a expensas de los propietarios de tierra, constituyó, esencialmente, una transferencia del sobreproducto agrícola hacía los usureros” (MANDEL, 1977, p. 137). Con la generalización de la economía monetaria y el surgimiento del comercio internacional, el capital usurero se retrajo, a pesar de haber sobrevivido, durante siglos, al lado del capital mercantil o comercial en ascensión, atendiendo, preferentemente, demandas de las camadas más pobres de la población. Mientras tanto, el capital mercantil, todavía en la condición de intermediario, en el contexto de un modo de producción pre- capitalista, pasó a financiar emprendimientos más ambiciosos y arriesgados,
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