Neoliberalismo, neodesarrollismo y socialismo bolivariano
205 de 2012 y abril de 2013) – pero, que volvieron a niveles altos - mantuvimos el gasto con la deuda como primer ítem del presupuesto público, no existiendo ahí ninguna alteración de ruta. Sobre la política social, además del problema de las prioridades de financiamiento ya apuntado en los datos anteriores, observamos una lógica que la presidió, que va a contramano de la universalización socialdemócrata: se trata de focalización con fuerte selectividad y de bajo costo, y que se vuelve abarcador, en función del tamaño de la desigualdad social de Brasil. Una lógica efectivamente redistributiva y reformista, acompañada evidentemente de una reforma tributaria en Brasil (Salvador, 2010), trabajaría con un programa de ingreso mínimo como derecho, con criterios más amplios y valores mayores. Además, permanecieron en curso procesos típicamente neoliberales en la salud, por ejemplo, da EBSERH (Empresa Brasilera de Servicios Hospitalarios) y de las Organizaciones Sociales; en la educación, con la expansión privada de la enseñanza superior y media; y en la previsión social, con el estímulo a la previsión privada cerrada y abierta. Incluso así, esa política social, distante del sueño beveridgeano de la Constitución de 1988, cumplió un papel relevante en el apalancamiento de los que están en pobreza extrema y absoluta. Imaginemos que los ritmos de aumento da calidad de vida y trabajo de la población podrían ser mucho más intensos si acaso tuviésemos una actitud soberana en relación a los recursos presupuestarios, con auditoria de la deuda y un boom de inversiones ... pero eso no sería el combate a la pobreza dentro del orden, no sería el social-liberalismo, el segundo momento del neoliberalismo en Brasil, que ni del punto de vista económico ni social se asemeja a las proyecciones desarrollistas, quizás nacional-desarrollistas del pasado. 3. El Retorno de los “ridículos tiranos” Desde el Golpe de 2016, hay un nuevo momento del neoliberalismo en Brasil, adecuado al despliegue de la crisis del capitalismo que se agudizó en los últimos años. A pesar de algunas semejanzas discursivas y de medidas concretas con el proyecto contrarreformista de FHC, no se trata más del momento fundacional del neoliberalismo entre nosotros. Desde las movilizaciones de junio de 2013, quedaron expuestos los límites de la gestión petista del Estado brasilero, con sus gobiernos de coalición y de conciliación de clases (Demier, 2017), teniendo como agravante un ambiente internacional desfavorable desde la eclosión de la crisis de 2008/2009 en los países centrales, pero cuyos impactos mayores llegaron a Brasil pocos años después. El resultado de ese desgaste, fue el golpe parlamentario mediático en base a la Operación Lava-Jato , de la cual los golpistas ahora se quieren distanciar y proteger (como quien crea un monstruo que se vuelve contra el creador). Esta fue la salida burguesa para entrar en este nuevo y tercer momento del neoliberalismo en Brasil, en conexión con las exigencias del ambiente internacional.
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