Neoliberalismo, neodesarrollismo y socialismo bolivariano
195 tentaciones autoritarias en nombre de la eficacia, lo que, ya se sabe, ha sido recurrente, como se revela en el reciente Golpe de Estado en Brasil. Demier (2016) viene caracterizando este ataque frontal como una tendencia de blindaje de la democracia, tendencia que también era ya apuntada por Mandel (1982), en su caracterización del Estado en la onda larga de estagnación del capitalismo maduro. Llevando el análisis hacia otro aspecto que llama la atención en la cuestión de la privatización brasilera de los años 90, hubo una entrega de una parte significativa del patrimonio público al capital extranjero, como la no obligatoriedad de empresas privatizadas a que compraran insumos en Brasil, lo que llevó al desmonte de parte del parque industrial nacional y a una enorme remesa de dinero para el exterior, al desempleo y al desequilibrio de la balanza comercial 246 . Es decir, el inverso de todo lo que fue anunciado: el combate a la crisis fiscal y el equilibrio de las cuentas públicas nacionales. Todo eso es agravado por el hecho de que el precio de las empresas estatales no fue calculado por el patrimonio que ellas acumularon, sino que por la expectativa de facturación. Biondi concluye con un balance contable aproximado y aterrador de las privatizaciones: se el gobierno dice que recaudó 85,2 billones, gastó o perdió en el proceso de entrega del patrimonio público cerca de 87,6 billones hasta diciembre de 1998 (1999: 40-41). Se llegó a este número, calculando lo que el gobierno FHC escondió: ventas de empresas estatales a plazo, deudas que el gobierno absorbió, inversiones hechas antes de cada privatización, intereses sobre esas inversiones, moedas podres usadas, dinero que el gobierno “dejó” (!?) a los compradores. Y el número podría ser mayor si pudiesen ser cuantificados otros favores: despidos con indemnización y derechos laborales asumidos por el Estado; compromisos con fondos de pensión y jubilaciones también asumidos por el Estado; pérdidas del impuesto a la renta, etc. Además de no bajar en un centavo las deudas externa e interna, todo indica que el proceso de privatización representó una profunda desnacionalización del parque industrial de base del país y hasta la destrucción de algunos sectores intermedios. El componente ideológico y el hecho de que la esquizofrenia sea apenas una apariencia se tornaron todavía más claros con la respuesta al “ataque especulativo” de 1999, que mostró la vulnerabilidad del país a la dinámica externa propiciada por las medidas de la política macroeconómica monetarista. Brasil recurrió al FMI y el Acuerdo no garantizó el ajuste en las cuentas públicas, y estuvo orientado, sobre todo, a asegurar la regularidad en el pago a los acreedores. La búsqueda de la meta del superávit primario previsto en el Acuerdo de 1999 llevó a una “brutal contención de gastos” en todas las áreas, con excepción del pago del servicio de la deuda y de personal. Los gastos en inversiones y actividades propias del Estado fueron 246 Un análisis más detallado de las privatizaciones de los años 90 está en Behring, 2003: Capítulo 5, Item 2. En este capítulo hay también un análisis factual y con muchos datos de la contra-reforma en otros dos aspectos: la flexibilización del trabajo y la condición de la seguridad social.
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