Neoliberalismo, neodesarrollismo y socialismo bolivariano
192 apuntaba las articulaciones para el Golpe, en el cual se nota claramente la presencia de las líneas maestras del PDRE de 1995, abre ese tercer momento, de nítida profundización del neoliberalismo en Brasil, en el cual nos encontramos. Adentrémonos, entonces, en estos tres períodos, caracterizándolos mejor, en los límites de estas páginas, y buscando mostrar el movimiento de la política social, teniendo como objetivo hacer más denso el argumento. 1. Brasil en Contrarreforma (1995 – 2002) En una investigación anterior 241 nos dedicamos a comprender el significado de los cambios profundos puestos en marcha en los gobiernos de Fernando Henrique Cardoso que prometían extinguir la Era Vargas en Brasil, en nombre de la modernización del país y un mejor posicionamiento en el escenario internacional. No es posible aquí rescatar todos los elementos de aquel estudio donde sustentamos que la lógica que presidió los cambios propuestos como “reformas” era, en realidad, contrarreformista. Vamos entonces a cotejar algunos argumentos centrales, ya que se trata de un momento de formulación inaugural del neoliberalismo à la lettre en Brasil. Vivenciamos en los años del Plan Real algo bastante diferente del crecimiento mal dividido del criticado desarrollismo: el desmonte, la destrucción (Tavares, 1999), en una especie de reformatación del Estado brasilero para la adaptación pasiva a la lógica del capital (Harvey, 1993, Chesnais, 1996, Husson, 1999 y Behring, 2003). Se reveló, una vez más y sin sorpresas, la naturaleza sumisa y antipopular de las clases dominantes brasileras con medidas que hicieron al país evolucionar o de forma inercial, permanecer en el mismo lugar o andar para atrás, si pensamos en los criterios de Florestan Fernandes (1987) - la ruptura con la heteronomía y el enfrentamiento del drama social. Hubo, por lo tanto, una contrarreforma del Estado existente en el país, cuyo sentido fue definido por factores estructurales y coyunturales externos e internos. La “reforma” del Estado engendrada a partir de 1995 fue la versión brasilera de una estrategia de inserción pasiva (Fiori, 2000: 37) y a cualquier costo en la dinámica internacional y representó una e lección político-económica , no un camino natural frente a los imperativos económicos. Una elección, muy en el estilo de conducción de las clases dominantes brasileras a lo largo de la historia, pero con diferencias significativas: esta opción implicó, por ejemplo, una fuerte destrucción de los avances, aunque limitados, sobre todo vistos desde la óptica del trabajo, de los procesos de modernización conservadora y desarrollistas que marcaron la historia de Brasil, aunque hayan sido conducidos de forma autocrática (Fernandes, 1987). 241 Se trata de la investigación de tesis de doctorado, defendida en 2002 en el PPGSS/UFRJ bajo la orientación de José Paulo Netto, y que originó el libro Brasil em Contrarreforma: desestruturação do Estado e perda de direitos (Behring, 2003).
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