Neoliberalismo, neodesarrollismo y socialismo bolivariano

172 Para dar longevidad al actual ciclo de crecimiento es preciso garantizar la estabilidad de precios y seguir eliminando las trabas que aún inhiben el dinamismo de nuestra economía, facilitando la producción y estimulando la capacidad emprendedora de nuestro pueblo, de la gran empresa hasta los pequeños negocios locales, del agronegocio y la agricultura familiar. Es, por tanto, impostergable la implementación de un conjunto de medidas que modernicen el sistema tributario, orientado por el principio de la simplificación y de la racionalidad (...) Valorizar nuestro parque industrial y ampliar su fuerza exportadora será la meta permanente. La competitividad de nuestra agricultura y de la pecuaria, que hace de Brasil gran exportador de productos de calidad para todos los continentes, merecerá toda nuestra atención (...)El apoyo a los grandes exportadores no es incompatible con el incentivo a la agricultura familiar y al microemprendedor (Rousseff, 2011). La dimensión social viene a conformar -junto con lo político y lo económico- la visión ideológica. Los discursos de ambos tienden a coincidir. Lula, en su primer gobierno, puso énfasis en programas dirigidos a los sectores más empobrecidos de la población, de acceso al trabajo, a la educación, a la salud y a la vivienda. Sin embargo, esos avances durante el primer mandato, debían tener continuidad, no en la lógica asistencialista, sino en la de derechos: “Brasil es diferente para mejor, en la erradicación del hambre, en la disminución de la desigualdad y del desempleo. Es mejor en la distribución de la renta, en el acceso a la educación, a la salud y a la habitación. Hicimos mucho en estas áreas, más necesitamos hacer, mucho más” (Da Silva, 2007). En este marco, el neodesarrollismo requiere de un crecimiento sostenido y acelerado, el cual es posible en la medida que articula la política macroeconómica y redistribución (transferencia) de renta a través de políticas sociales generadoras de derechos, disminuyendo así, la desigualdad: Dije que, para tener un crecimiento acelerado, duradero y justo, debemos articular cada vez mejor la política macroeconómica con una política social capaz de distribuir renta, generar empleo e inclusión. De esta forma, nuestra política social, que nunca fue compensatoria, y sí creadora de derechos, será cada vez más estructural (Da Silva, 2007). El Estado y las políticas sociales tienen un rol fundamental en la inclusión de grandes masas marginadas del consumo. Lula considera que el Estado debe crear las condiciones de modo integrado para esto, con instancias que permitan fortalecer el empleo, ampliar el acceso a la educación y capacitación, fomentar el apoyo a emprendimientos solidarios y productivos, incluido el avance pacífico de la reforma agraria: Tenemos que crear alternativas de trabajo y producción para los beneficiarios de nuestros programas de transferencia de renta. Ahí

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