Neoliberalismo, neodesarrollismo y socialismo bolivariano
100 nacionales a la internacionalización de la economía. Estima que con ese amoldamiento se reducirán todas las amenazas bélicas. Harris interpreta que las guerras constituyen simples consecuencias de la competencia entre los Estados. Recuerda que esa rivalidad se remonta al siglo XVIII (68 guerras con cuatro millones de muertos), se acentuó en el siglo XIX (205 guerras con ocho millones de muertos) y culminó en el siglo XX (234 guerras con 115 millones de muertos). Señala que, mediante esas conflagraciones, las clases dominantes quedaron subordinadas a la agenda autodestructiva de los Estados. También supone que la compulsión a los conflictos armados potenció las tendencias estatal-nacionalistas, sofocando la inclinación pacifista del capitalismo comercial. Las batallas sanguinarias se impusieron a la dinámica negociadora de los burgueses cosmopolitas 144 . Esta visión es un calco de la presentación liberal de la guerra, como un producto de ambiciones territoriales contrapuestas a la convivencia de los mercados. Los generales son vistos como responsables de las desgracias que rechazan los empresarios. Con este razonamiento se festeja la primacía lograda por los mercados en desmedro de los Estados. Se supone que la globalización reducirá los enfrentamientos militares permitiendo una sana concurrencia por el beneficio. Pero, con esta fábula, se oculta la estrecha relación de los capitalistas con el belicismo estatal y la enorme fuente de lucro que representan las guerras para las grandes empresas. Lejos de ser ajena o contrapuesta a las conflagraciones, la competencia capitalista siempre ha sido determinante en esas sangrías. Existen abrumadoras evidencias del papel jugado por esas rivalidades en el desencadenamiento de la Primera y Segunda Guerra Mundial. La pugna por dominar los mercados desembocó en inéditos enfrentamientos entre potencias. Los socioliberales no solo ignoran este origen, sino que omiten la gravitación posterior de la economía de guerra en el crecimiento de los años 50 y 60. La carrera armamentista motorizó el nivel de actividad con el mismo ímpetu que había incentivado las reactivaciones precedentes. El socioliberalismo también desconoce hasta qué punto el complejo industrial-militar del Pentágono continúa apuntalando a la economía estadounidense. Las guerras interimperialistas del pasado han sido sustituidas por una gestión imperial más colectiva, que exige intervenciones bélicas constantes para asegurar el control de la energía y los recursos naturales de África o Medio Oriente 145 . Harris supone que la pacificación del planeta sobrevendrá al cabo de una paulatina maduración de la globalización. Estima que esa meta será alcanzada cuando la solidez de la gobernanza mundial neutralice las 144 Harris, Nigel. The Return of Cosmopolitan Capital: globalization, the state and the war , I. B. Tauris 2003, London ((pag 92-93, 119-121). 145 Nuestro enfoque en: Katz, Claudio. Bajo el imperio del capital, Luxemburg, diciembre de 2011 (pag 99-121).
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