Aluviones y resiliencia en Atacama: construyendo saberes sobre riesgos y desastres

El aluvión de marzo de 2015 89 las quebradas costeras de Cabritos y Conchuelas. Lo anterior evidencia una consistente, necesaria y urgente planificación territorial, que junto con obras de infraestructura di- señadas y ejecutadas en forma adecuada, puedan mitigar, tanto desde el punto de vista hidrológico como geológico, el impacto de las inundaciones y aluviones. • Una alta vulnerabilidad en suministros cruciales como agua potable, pero también en electricidad, y últimamente señal de telefonía móvil. • Vulnerabilidad de infraestructura crítica como hospitales, consultorios, servicios munici- pales, policías y bomberos, estos últimos situados en zonas de amenaza. • Una alta vulnerabilidad del sistema escolar, debido a que las escuelas y liceos han sido sistemáticamente usados como albergues, muchas veces durante días o inclusive sema- nas con posterioridad a cada evento. • Problemas asociados al desconocimiento, por falta de memoria –colectiva- u omisión en los planes de educación, así como desinformación de la población en cuanto a su situa- ción de riesgo y planes de acción durante la emergencia. Esto probablemente evidencia una falta o insuficiencia de planes de educación con acento local en materia de la pre- vención del impacto de este tipo de eventos. • Problemas de descoordinación entre los distintos organismos e instituciones a cargo de la gestión de la emergencia, tal como ocurrió en marzo de 2015, debido a contradicciones en la información entregada previamente al evento por la Dirección Meteorológica de Chile respecto de lo comunicado por la Onemi. • Un marcado asistencialismo por parte de las autoridades del Estado en la búsqueda de soluciones rápidas, por cierto necesarias durante la emergencia, pero con escasas me- didas de planificación en el largo plazo. Destacables en este sentido son las medidas iniciadas posteriormente a los aluviones de 1972 por el Presidente Salvador Allende en Chañaral, las cuales fueron cercenadas por la dictadura que siguió a 1973, así como algu- nas obras iniciadas en 1997 durante el gobierno del Presidente Eduardo Frei en algunas quebradas de las partes altas de Copiapó, las cuales ayudaron a mitigar el impacto aso- ciado a un temporal que ocurrió posteriormente ese mismo año. También se menciona la realización de estudios y la planificación de obras posteriores al episodio de 2015 en Chañaral, durante el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, en el marco del Plan de Reconstrucción de Atacama (2015), las cuales se encuentran aún en proceso. • Un marcado sesgo y sensacionalismo en la información entregada por los medios de prensa, especialmente desde la década de 1980 hasta la actualidad. Adicionalmente, en lamayor parte de los casos registrados se destaca una urgencia, por parte de la autoridad, de comunicar la rápida normalización de las actividades y funcionamiento en general de la región, aún cuando esta información conlleva a notables contradicciones respecto de otras emitidas en las mismas ediciones de los periódicos. Esto se nota especialmente, aunque no exclusivamente, en el registro de los episodios de 1980, 1983 y 1987. Desde los eventos ocurridos en la década de 1980, se detecta también un rezago en la comunicación de los efectos de los episodios aluviales en Chañaral, respecto del resto de la región de Atacama, debido probablemente a un centralismo –regional- de la información por la escasez de medios locales. En resumen, se puede concluir que la ciudad de Chañaral, así como Copiapó, se encuentran amenazadas por la posibilidad de aluviones e inundaciones tanto por las quebradas de los ríos

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