Aluviones y resiliencia en Atacama : construyendo saberes sobre riesgos y desastres
Aluviones y resiliencia de Atacama. Construyendo saberes sobre riesgos y desastres 312 remos para el invierno, que puede haber una lluvia, cualquier cosa, entonces como recordar a la población lo que pasó el 25 de marzo del 2015 cada vez que se pueda, para que la gente diga ‘ha pasado un año’ ‘dos años’ ‘tres años’ ‘diez años’ y ‘puede que vuelva a pasar’. Hacer como un recordatorio siempre de lo que pasó el 25 de marzo del 2015…” (Mujer, 48 años, Chañaral). Finalmente, un entrevistado comentó que el conocimiento, transmitido de “boca a boca” a través de las generaciones, es una fuente importante para preservar y difundir la informa- ción. Una reflexión que emerge de esto es que, aunque estos tipos de conocimientos, son en general transmitidos oralmente, esto no es suficiente, por lo que hay que complementarlo con registros y sistematizaciones de este aprendizaje a través de libros, videos, investigaciones, charlas y otras alternativas, para facilitar su difusión para la misma comunidad en el futuro cercano y en el largo plazo. Es así que resulta también relevante integrar estos tipos de cono- cimientos con los generados por la comunidad científica. Esta temática es la que se discute en la siguiente sección. Importancia de los conocimientos local, experiencial, tradicional y ancestral, y su integración con el científico Los conocimientos experiencial, local, tradicional y ancestral, que poseen individuos y comuni- dades, adquieren un rol fundamental en crear oportunidades para construir resiliencia ante de- sastres. Es por ello que es pertinente considerar a las comunidades como una fuente valiosa y única de información, además de ser rica en diversidad de estos conocimientos, ya que emergen de distintos contextos sociales y físicos (Aldunce, 2013). Sin embargo, a pesar que la mayoría de los entrevistados poseía un conocimiento tradicional, experiencial y local, relacionado a eventos de lluvias extremas, solo para un tercio de ellos estos conocimientos les fueron de utilidad. Lo anterior debido, por ejemplo, a la magnitud del evento que sobrepasó la experiencia vivida en desastres de menores dimensiones; a que las condiciones del medio son dinámicas; o al cambio climático, que adquiere un factor relevante en el aumento de la magnitud y frecuencia de even- tos (IPCC, 2014), como el 25M, el cual además es acompañado por altos niveles de incertidumbre. Debido a lo aquí expuesto, surge la necesidad de una co-producción de conocimientos que involucre a distintos actores y que los aborde en sus distintos tipos, como por ejemplo el ancestral, local o tradicional, junto con el científico y técnico, además de complementarlo con la entrega de información dada por organismos oficiales, todo lo cual permitiría generar bases para enfrentar este tipo de evento extremos a través del fortalecimiento de la resiliencia. Por otro lado, como fue mencionado anteriormente, lo anterior facilitaría obtener una visión más completa y clara de la realidad, no solo como una fotografía de lo ocurrido en un evento especí- fico, sino también a partir de los procesos e historia que sustentan la situación actual. 3. Conclusiones Muchas lecciones pueden delinearse a partir de esta investigación, no solo respecto de aquello que las personas entrevistadas mencionaron explícitamente, sino también respecto de cómo la ciencia aporta con conocimiento, que emerge basado en información empírica, entregada generosamente por quienes sufrieron los impactos del evento 25 M.
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