Aluviones y resiliencia en Atacama: construyendo saberes sobre riesgos y desastres

Experiencias comunitarias: desigualdad y oportunidades para la resiliencia de desastres 251 en función de las necesidades y/o dificultades que se han ido presentando. En cuanto a la proyección de las familias en la ciudad de acogida, cuatro de ellas enfocaban sus proyecciones en la ciudad de Copiapó principalmente por el factor “trabajo”, lo que implica un arraigo económico de las familias con la ciudad, pese a haber desarrollado una adaptación positiva en la ciudad de acogida. Respecto a las otras familias, sus proyecciones se centran en el nuevo contexto debido a proyectos de vida planificados con anterioridad o bien por trabajo y adaptación en la misma. 4. Conclusiones Finalmente, se evidencia que en situaciones de desastre, quienes se desplazan lo hacen porque perciben que su vida o la de sus familiares están expuestas a riesgos, por lo tanto, es una estrategia de salvaguardar la vida, salud y unidad familiar. Esta decisión no tardó, debido a que la mayoría de las familias salieron de Copiapó durante las primeras dos semanas de ocurrida la emergencia. De las diez familias entrevistadas, cinco se desplazaron a la ciudad de Caldera, tres a La Serena y dos a Coquimbo. Entre los motivos asociados a la elección del lugar de destino, el primer segmento destaca la cercanía entre ambos puntos, debido a motivos de trabajo y a que el tiempo de traslado es comparativamente menor que hacia otras ciudades. Así mismo, las redes de apoyo que mantenían y la tranquilidad de la ciudad fueron otros aspectos reseñados. Las familias que se desplazaron a la región situada hacia el sur, destacan como motivos de su elección: mayores posibilidades de esparcimiento, redes de apoyo y concreción de nuevos proyectos de vida. En general, las “redes de apoyo” surgen como un elemento en común entre las familias, lo que puede entenderse como una reactivación de capital social pre-existente. Esto puede igualmente relacionarse con el concepto de redes migratorias , las cuales son entendidas por Massey et al. (1998, p. 229) como el conjunto de vínculos interpersonales que conectan a los desplazados con su área de origen y de destino a través de lazos de parentesco, amistad y comunidad de origen compartida. Estos lazos aumentan la probabilidad de migrar, de bajar costos y mitigar el riesgo, constituyéndose en una forma de capital social. Retomando la Teoría de la Sociedad del Riesgo, las altas precipitaciones ocurridas en el mes de marzo del 2015 se debieron a un evento climatológico no muy frecuente en la región, no obstante, de connotación natural. El aluvión en cambio, se debió principalmente a la activación de quebradas secas y desborde de ríos, asociada a la intervención del paisaje natural con fines in- dustriales. En este caso, se evidencia que ningún desastre puede suceder sin la previa existencia de los riesgos, sin duda, las consecuencias e impactos del aluvión son producto de las amenazas constantes a las que se exponen las sociedades del riesgo. Es por esto, que urge la necesidad de plantear propósitos que pongan en marcha medidas de prevención y pronta respuesta frente a vulnerabilidades y riesgos, en que la ciudadanía y las instituciones públicas y privadas sean partícipes. Ya no es posible ignorar la responsabilidad humana en la conformación de desastres, por tanto, adoptar la conceptualización socionatural de los mismos, permitiría generar cierta empa- tía para la prevención o mitigación de sus impactos. Así mismo, se requiere de una visión pros- pectiva en cuanto a desastres se refiere, ya que, evaluar la posibilidad de su ocurrencia mediante análisis retrospectivos, considerando hechos o antecedentes históricos, generarían un mayor estado de alerta al considerar estas experiencias. La región de Atacama registra aluviones desde el siglo XVII, siendo el más cercano el ocurrido en 1997; ello permite plantear que se podría haber

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