El concepto de cultura

37 t i » . X a lucha popular-denecrítica , que expresada ce»# 1® naeienal-pepui&r en les termines de Gramsci, es esencial para la cultura, y puede y debe fu- sienarse cen la lucha per el socialismo, La lucha pepular-demecrática or­ ganiza la saciedad entre el pueble y el bleque de peder dominante en el es­ tad# , y a l l í también en ese terrena se manifiestan le pelítice y le ideelé- gice. A juicie de Laclau le que verdaderamente está en juego es la rela­ ción entre las relaciones de poder y las relaciones discursivas de una sa­ ciedad (su cultura), y la lucha socialista que debería resolver teda este tiene que partir per empezar articulando le parlamentarle cen algunas for­ mas de democracia directa en su proyecte pelítice, Na se puede renunciar ya más a la lucha hegeménica, a la lucha per la cultura, per la democracia, per la libertad, per la »c ie n . El bleque dominante articulé un tipo de hegemonía ahora ya rete, consistente en la unién del liberallsme y la demo­ cracia. A la pregunta de come enfrenta el socialismo el problema de le de­ raeera.tico-popular , Laclau responde diciend# que una alternativa estratégica "consistía en aceptar el carácter burgués de la democracia y concebir la lucha demecratice-pepular come una alianza de clases cen objetives limita­ dos, a la vez que se mantenía una cencepcién sectaria y 'c las ista ’ del so­ cialismo. La otra estrategia consistía en afirmar el carácter no clasista de las banderas pepuUr-demecráticas y la necesidad de articular democracia y socialismo en un nueve discurse hegeménica, fundado en la participaeién activa de las masas". Les movimientos seciales ne se organizan pues en teme a una sola contradicción única; la absorción de demandas democráti­ cas (cerne la cultura, per ejemplo) de las masas per parte del estado liberal ha sido muy grana# sin embargo Laclau asegura que el liberalisme ne ha absor­ bido a la democracia sino que a l contrario la democracia ha incorporado las garantías del sistema libera l. Estas libertades democráticas ne sen burgue­ sas ni sen clasistas. La elaboración de categorías de un sistema pelítice previene de la lucha ideológica misma en la cual ese fenómeno se gesta. El problema con­ siste en come trasladar este a u » línea política. Dice Laclau que cada an­ tagonismo que puede ser analizado desde un punte de vista, externe come una contrariedad tiende a ser censtruide al nivel ideológico come una contradic­ ción» el procese de hegemonía consiste esencialmente en esta transición de la contrariedad a la contradicción. Esta firmacién recuerda aquella do Gramsci -•••’i los hombres transitan de le objetive a le subjetivo, accedien­ do a l me*.. ético-politice.. Este ne es otra cesa que el preces# da concien­ cia, que es par aeiuiiciva* a«na« 1-s condiciones mate­ riales antes de iniciar su transformación. Este procese de creación de la hegemonía demuestra que cultura, ideología y democracia vsn entrelazadas en la necesidad de absorción del elemente popular y democrático. Absorver sig­ nifica apoderarse do lo evecativo de un signe, "establecer un conjunte cen- netative de relaciones". Esta noción de connotación es otro concepto más que Laclau extrae de la lingüística de Jakebsen y Barthes. En la concepción de Laclau es esencial la definición del principie unifleader de la ideología, dado que el factor clases sociales e *1 factor económico ha sido teóricamente eliminado. De a l l í la importancia que se le confiere al interlocutor (a l que recibe la ideología) y al principie articulatorle-hegemónice de la ideología, a su centre magnetice ceherentizador. Refiriéndose a la hegemonía, dice Laclau que "la resolución de esta contra­ dicción qu* es inherente a todos les sistemas de dominación requiere que les antageni»*.e3 democráticos sean mediados per la lucha de claaea. Este es al

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