El concepto de cultura

30 reelaberación constantes, tal cerne es «1 cas* de sus conceptea, le otorga a la cultura un reí preponderante tant© en el período previ# a la tena del pe­ der (la constitución del bleque hegemónice del pueble) per las clases subal­ ternas cerne en el períede de transite del capitalismo a l socialismo. Puede decirse que el problema del cual parte Granad es cene transladax la democracia pelítica feraal & les planes sedales y ecenínices. Para e lle , está obligad® a dar más c-ontenid© a las libcrtaddes burguesas que sen séle a - parentes. La experiencia de les censejes ebreres a fines de la segunda deca­ da de este siglo le demostré que la revelucien es la anulación de la distan­ cia que separa a las clases subordinadas del peder« Al mismo tiempo, Gramsci advierte que el sufragi# universal deja a las clases subalternas en disposi­ ción del peder politice. La revelucien ya ne «s simplemente la violencia de la dictadura del proletariado, come propugnaba Stalin. En efecto, el pensar de Granad es la centracara del pensamiento y el actuar de Stalin. Ne se tra­ ta, simplemente, d® que Gramsci este retomando de la II Internacional un es­ tado qu® función® cem® lugar de cruce y encuentre de las diversas clasesj Gramsci sabe nuy bien que el estado ne es indiferente a la naturaleza de cla­ se, pero también sabe que hay un elemente técnico, específico, autónomo y neu­ tral en é l. La tarea que Gramsci se prepone es organizar coherentemente un sistema político conceptual expresamente elaborado para la nueva situación de les paises desarrolladas occidentales, donde la ©la revolucionaria de co­ mienzos de les veintes ha fracasado. Basándose en Lenin, Granad le comple­ menta en este sentid*, le cual 1® permite cartegrafiar analítica e interpre­ tativamente un área, la de la superestructura, que Lenin ne pude desarrollar. Gramsci reostablece un equilibrie con Lenin cuando se afianza más en Marx que en Engels (cerne en cambie Lenin había precedido a rea liza r ), pero procedo básicamente a la inversa de Stalin en cuanto que frente a la idea de la dominación per la fuerza, centrapene la idea de la hegemonía mediante le ideológico y le superestructura!, le cual abre inmediatamente un espacie teo­ rice y práctico para les fenómenos y nociones de cultura, democracia, nacio­ nal y popular dentro del discurs» tanto pelítice come teórico de la tradición marxista. De algún mede, en la obra de Gramsci, cerne en la obra fureiaeienal de Marx y Engels, le científic* y le pelítice se conjugan, fusionándose a f i r ­ maciones de heche y juicios de valer, articulándose así el conocimiento cien­ tífico y la idealsgía, y uniéndose de esta manera la teoría y la práctica. Queda ciar© que el conjunte de la producción intelectual de Gramsci ne puede ser esquivado cuando se intenta emplazar la tradición marxista en refe­ rencia a la cultura. Ocupa una posición suatamente relevante, aún más a llá de la extensa obra de Lukacs, porque reorienta en una dirección definida te- de el pensar sobre la superestructura, ofreciendo así una aproximación a la teoría, a l sujete humane de la histeria. Gramsci ofrece de esta manera defi­ niciones de ideología, hegemonía, cultura, y democracia que evidencian las debilidades teóricas y practicas de las previamente reinantes, y en su inten­ te reencuentra numerosos elementas del marxisme clásico, llegando a consti­ tuir una de las más importantes aportaciones de la tradición marxista en el sigle XX. Puede decirse que el punte fecal de la ebra de Gramsci ne es otro que la matriz conceptual de^la tradición marxista» la relación entre teoría y prac­ tica. la actitud teórica que persea todos 3us escrites, aún les mas fragmen­ tarios, es «1 intente de establecer conceptos práctico-analíticos que unan orgánicamente la teoría con la práctica, la superestructura con la infraes­ tructura. El mundo humane que aparece disociado en alguras obras de la tra-

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