El debate internacional sobre políticas culturales y democracia

19 programa de democratización cultural'inciden -según Augustin Girard- dos apreciaciones equívocas: a) La utilización de un concepto abstracto e indife­ renciado de público, que no tomaba en cuenta la existencia de subculturas ajenas al capital cultjj ral dominante (campesinos, jóvenes, emigrantes, etc.) y que suponía que una-vez que el público y las obras de arte entraran.en contacto se produci ría sin más el esperado desarrollo cultural. En la evaluación se detectaron, empero, enclaves si£ nificativos de no-público, compuestos en general - por sectores sociales con una experiencia de mun­ do y una sensibilidad diferentes a la del público habitual de alta cultura. Se concluyó asi que la diversidad social implicaba diversidad cultural y que en este sentido el no-público para la alta cultura era en realidad el agente social y el pú­ blico de otras subculturas. b) El segundo equívoco consistía en pensar que sólo la alta cultura tiene valor, lo que implicaba —en términos de una política de democratización cultural- poner un cerco y encajonar la autoex- presión de las diferentes subculturas que coexis­ ten en la sociedad. Estas insuficiencias son especialmente visibles en un contexto intelectual como el de fines de la década del 60, en el que prevalece una filosofía social que. enfa— (7) Cont. Véase Augustin Girard, op. cit

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