Coloquio democracia y participación universitaria
Senado Universitario [ 75 ] como si fuera tradicional (aunque no lo sea), plantearse como universidades de investigación y raciocinio (aunque de verdad, no lo sean). El problema es que en la aspiración de obtener mayor prestigio, en vez de di- ferenciarse, se esconde mala calidad y empobrece el sistema. Dos muy breves ejemplos: hace pocos años atrás, una universidad regional multiplicó su nú- mero de doctores de su planta de un año al otro, el avance habría sido espec- tacular si efectivamente se hubiera tratado de una transformación potente de sus cuadros académicos, sin embargo, pareció ser más bien el resultado de un programa interno de capacitación y de formación de posgrado Express de los académicos ofrecido por la propia universidad. Hoy por hoy, la campana publicitaria de una de las universidades más grandes del país repite exacerba- damente su misión y contribución en investigación (la primera privada en in- vestigación, 22 años investigando, acreditada en investigación, etc.), cuando bien sabemos que su mayor y más distintiva contribución es, masivamente, en docencia universitaria. Por otra parte, el marcado clientelismo y exacerbadas prácticas de mercado en educación superior, en ausencia de mecanismos potentes de control y re- gulación, están abriendo todo un mundo de abusos y corrupción. Desde las malas prácticas de administración financiera, pasando por los abusos en la publicidad y marketing, hasta el deterioro de los niveles de exigencia y exce- siva tolerancia a la copia y el plagio, entre otros muchos males. La preocupación por la calidad en un contexto de educación superior masi- va es clave. Chile ha avanzado en la instalación de mecanismos externos de aseguramiento de la calidad de la educación superior, aunque la impresión es que más que anticipando las necesidades de control y mejoramiento, se ha tratado de mecanismos que han ido instalando con cierta tardanza y con mucha resistencia, especialmente cuando se trata de imponer control. A mi juicio, las mayores contribuciones han estado por el lado de la promo- ción o mejoramiento y en ciertos sectores el sistema, descuidando, sin embar- go, el control de la calidad en otros sectores del sistema. No es raro, que parte importante de las instituciones que se sometieron tempranamente al asegu- ramiento externo de la calidad y que han sido las más activas evaluando sus programas y actividades, sean justamente aquellas públicas y privadas del Consejo de Rectores, metropolitanas y regionales, por lo general, aquellas de mayor prestigio y calidad. Tiendo a pensar que entre estas instituciones, el sistema ha contribuido al mejoramiento de la calidad cultivando también la genuina diversidad. Durante los últimos años se han desarrollo algunos estudios de evaluación sobre el impacto y resultados del aseguramiento de la calidad, generándo- se cierto debate en torno a la magnitud de los beneficios de la acreditación. Mientras que para algunos la acreditación efectivamente ha promovido ca- lidad a través de prácticas institucionalizadas y ha traído más y mejor in- formación; para otros, no obstante se reconocen beneficios vinculados a la acreditación, hay una tendencia a la burocratización de los procesos y una excesiva carga rutinaria que poco contribuye a la cultura de la calidad pro- piamente tal. Obtener logros en control y promoción de la calidad, simultáneamente, no es simple. Se trata más bien de una tensión que ya ha sido advertida en la literatura internacional. Por una parte, es preciso controlar las malas prácti- cas y abusos, por otra, promover con fuerza el mejoramiento continuo de la
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