Coloquio democracia y participación universitaria

Coloquio Democracia y Participación Universitaria [ 112 ] De allí que considere fundamental que una de reivindicaciones más impor- tantes de un nuevo gobierno universitario tenga que ser el que la universidad deje de depender de roma. El rector se debe a su comunidad y al país, no a Roma. Y no es que con ello la universidad deje de ser católica. Lo que sí se podría desear es que el rector y el secretario general sean elegidos por la pro- pia comunidad (porque en la práctica Gran Canciller no llama a Roma para saber quiénes son y qué piensan las personas que componen la terna, sino que llama a la universidad y a los miembros que él mismo ya conoce) y que los arreglos estatutarios no deban pasar por roma para ser aprobados. Una segunda reforma debiese, a mi parecer, incluir la necesaria desconcen- tración del poder en aras de mayor participación. Mientras más concentrado esté el poder en una universidad, menos opciones de real participación de los miembros e injerencia en ésta habrá. Vimos como en la época de la reforma este desplazamiento del poder se dio con la creación de un claustro que tenía el poder de elegir al rector y de hacer recomendaciones orientadoras al Con- sejo Superior. Ese desplazamiento trajo consigo la incorporación de estudian- tes, académicos y funcionarios en el desarrollo de la universidad. Una refor- ma que implique mayor participación e integración es fundamental. Crear, por lo tanto, ya un senado universitario o un claustro académico se hace ab- solutamente necesario para la doble finalidad de generar más participación y desconcentrar el poder de la cúspide de la institución. Podría ser parte de sus atribuciones el generar propuestas de desarrollo, revisar y hacer recomen- daciones al presupuesto anual de la universidad, la posibilidad de generar cambios estatutarios y alguna que otra atribución de carácter legislativo. Pero el problema, creo, es hoy aún mayor en la UC, ya que el poder se haya también concentrado en el nivel medio de la universidad, donde los decanos son quienes mayor poder tienen y menos control se exige. Urge, por tanto, revisar la manera de desplazar parte de este poder hacia la comunidad aca- démica mediante la creación de asambleas anuales que impliquen cosas tan básicas como una cuenta anual del desarrollo de la facultad, la posibilidad de modificar los estatutos de la facultad y la posibilidad de elaborar planes de desarrollo cada cierto tiempo. Quién, cómo y cuántos participarán es tam- bién un tema relevante de decidir. En este ámbito, es la Facultad de Teología quien lleva la ventaja en términos democráticos. Por último, creo que es fundamental reformular los mecanismos de elección de autoridades, avanzando desde el modelo de los comités de búsqueda hacia una participación directa de los miembros de una comunidad en la elección de sus autoridades, donde imperen los valores de la transparencia, la legiti- midad basada en los pares y la participación de la comunidad. Así mismo, creo necesario terminar con las reelecciones ilimitadas de autoridades hoy presentes en todas las reglamentaciones. He dejado fuera de esta presentación bastantes temas que son sumamente relevantes para analizar el gobierno universitario de una universidad, todas ellos dignos de ser estudiados y de alto interés, que espero otros puedan ana- lizar: 1) participación estudiantil y derechos, 2) relaciones de poder en las bases académicas y perspectivas de desarrollo con la investigación 3) orga- nización de académicos, 4) cultura democrática y tradición, 5) participación funcionarios, 6) sistema universitario (CRUCH y financiamiento).

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