Coloquio democracia y participación universitaria

Coloquio Democracia y Participación Universitaria [ 104 ] lidad de voces que es algo vivo, no estático. Y pudiera darse el caso de que los representantes estudiantiles en los espacios deliberativos que son de toda la comunidad no concordaran con la posición de la estructura gremial y política del movimiento estudiantil —en este caso, la Federación—. ¿Es eso malo? No lo creo. La idea esencial es que los estudiantes son parte de la comunidad y lo son de múltiples maneras y en variados espacios. La universidad los necesita para sostenerse como tal sobre la idea de comunidad universitaria. Entonces, por ejemplo, su “ser aves de paso” —que tanto critican los conservadores— es precisamente una de sus fortalezas singulares y un aporte crucial a la institu- ción: no tener intereses creados con el pasado, por ejemplo. La Universidad respira a la sociedad, en primer lugar, gracias a los estudiantes y a su carácter permanentemente renovado, y esperamos, renovador. Otra pregunta crucial: ¿Cómo la Universidad hace frente al tema de la diver- sidad y a la masificación de los estudios superiores? Hoy día están entrando estudiantes dotados con muy distintos capitales culturales y más aún, ello debiera acrecentarse. ¿Cómo nos hacemos cargo de eso? Ya cada vez quedará más en evidencia aquello destacado por Bourdieu refiriéndose a la “pedago- gía de la ausencia de pedagogía” en que basta con tratar a todos por igual dado que “es obvio que ellos entenderán” —i.e. entenderán los mejor dotados en términos de códigos socioculturales y de capitales escolares y culturales previos—. Los académicos ya no pueden hacer docencia sobre la base de “yo hago la clase y punto” sin preguntarse, además, si están todos desarrollando o asimilando los conocimientos al nivel adecuado. Este es un tema esencial que toca la calidad de nuestra Universidad y por lo mismo toca la equidad y la inclusión que ella es capaz de generar. Una univer- sidad de excelencia es, necesariamente, una universidad diversa socialmente y capaz de enseñar a y con estudiantes diversos. Esa es una riqueza. En ese sentido, un programa que creo ha generado muchas enseñanzas es el “cupo equidad”, que partió en el Departamento de Psicología y luego en tres carre- ras de las cuatro de FACSO, y que desde 2012 se extenderá a buena parte de la U como Sistema de Ingreso Prioritario de Equidad Educativa (SIPEE). Este tipo de dispositivos apunta a generar cambios substantivos en la comunidad universitaria, en su composición y sus maneras de existir. Y la experiencia de FACSOmuestra que sólo con una rica interacción entre estudiantes, personal de colaboración y académicos es posible acometer los objetivos de integración y equidad educativa que se proponen. A mi juicio la idea de comunidad ad- quiere allí un nuevo impulso. Y sobre la docencia creo que hay que preguntarse ¿qué significa hoy trans- mitir conocimientos? La idea de “la cátedra”, del profesor que sabe mucho y que le está explicando en una pizarra a los jóvenes, eso está mucho más cuestionado en la actualidad con la masiva circulación de información y co- nocimiento, cuando lo que los estudiantes nos están pidiendo en la docencia es poder vivir experiencias significativas, en que se plantee la resolución de problemas desafiantes en ambientes creativos. Ese es un punto relevante. La Universidad de Chile tiene las capacidades para ofrecer ese nivel de docencia y tiene que hacerlo. Los estudiantes de la Católica decían en su exposición anterior “queremos mejorar la docencia”. Bueno, ahí está: volvemos a 1932, volvemos a 1922, en una especia de déjà-vu. Pero hay una re-elaboración, no es un ciclo que se repite. A mi juicio es una inspiración que se proyecta en espiral, no en círculo. Otro punto relacionado: hay una vida juvenil que está ingresando a nues- tras aulas, a nuestros campus. Hay alta exigencia académica y a la vez hay

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