Coloquio democracia y participación universitaria
Senado Universitario [ 103 ] innovación en las formas. Y recalco que el Senado de este período —bueno, malo, mejor o peor—no es el mismo de la Reforma del ‘69, y yo creo que eso es un valor importante, pues nos habla de este permanente desafío de encontrar las formas de hacer universidad, de hacer este “acuerdo” o “convención” del que hablaba antes. Ese desafío sigue presente. Y pienso, por ejemplo, que hay que ir a observar qué está pasando en los Departamentos, en los Programas, en la manera de funcionar de los laboratorios, etc. Porque hay algunos que están eligiendo a sus directores por comité de búsqueda previa elección del comité; otros los eligen de la manera tradicional vía elecciones directas; otros se rotan y todos los académicos del departamento pasan en algún momento a ser directores en una suerte de horizontalidad. Pero todas esas experiencias hay que ir a buscarlas y ponerlas en un debate desprejuiciado. En fin, reitero mi tesis de que todo este ciclo histórico de la Universidad se erige en función de defender su esencia y buscar proyectarla y darle nuevos horizontes y maneras; en contrarrestar el “mito gerencial” de que la solución está en los gerentes y el resto se comportará como empleado o como clien- te, o sea, la posición extremista de El Mercurio de junio 1997. Contrarrestar ese mito es, a mi juicio, un punto esencial. Y para ello no sirven las postu- ras inmovilistas que apelan a la comunidad para que no ocurra nada y no se generen cambios; como tampoco sirve creer que el Rector no pueda ni deba proponer cosas a la Universidad. Por el contrario, esto último es parte de sus deberes fundamentales, necesitamos de una función ejecutiva más atenta y más coordinada con la función normativa, que “le de trabajo”, que “la ocupe” en el gran sentido y propósitos, sobre todo para generar cambios. En eso pro- bablemente estamos aún muy al debe. Ustedes dirán, pasó casi una década desde 1997 al 2006 para que el nuevo Estatuto de la Universidad de Chile se hiciera ley. Pero yo creo que estamos recién empezando. Estos ciclos de cambios no son cortos, y así es Chile tam- bién. Lo importante es continuar y beber en la experiencia anterior, no para imitarla sino para reformularla. Algunos desafíos Creo que a la luz de este nuevo momento hay preguntas y desafíos ineludi- bles. Por ejemplo, un punto clave es volver a preguntarnos qué es ser comuni- dad hoy, cuáles son esas responsabilidades del diálogo, sus formas estéticas y concretas, el rol de lo gremial en ello (lo que señalaba a propósito del estatuto administrativo). Por ejemplo, escuchaba en la mañana a Carlos Abarca, Pre- sidente del personal de colaboración, quien decía “somos dos funcionarios en el Senado, y si hay tres comisiones a las cuales asistir, no podemos”. Yo no creo que ese sea el enfoque, lo digo con toda sinceridad. El enfoque que yo priorizaría es qué ideas trae el personal de colaboración al interior de este organismo deliberativo que proyecta la Universidad. Ese es el punto. Si las ideas son sustantivas, son buenas y enganchan con el futuro y las necesida- des profundas del desarrollo de la Universidad esas ideas harán su camino y terminarán por imponerse. Y creo que lo mismo vale para los estudiantes, que nunca han necesitado de gran número para ser enormemente influyentes y determinantes. Esta es mi posición y mi experiencia por lo menos. Alguien podría replicar que los es- tudiantes pierden autonomía al quedar presos de estos espacios de decisión en que pueden votar, como el Senado. Francamente yo no lo veo así. La idea de comunidad universitaria admite y necesita diferentes planos y una plura-
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