Coloquio democracia y participación universitaria
Coloquio Democracia y Participación Universitaria [ 102 ] apoyo a las demandas estudiantiles superior al 70%. Este portazo expresa un quiebre de convivencia que es también generacio- nal, y que es de la política, que es de la instituciones, que es social y que re- percute también en las universidades, porque toca las fibras profundas de la vida en común, de la credibilidad, y en última instancia, del contrato social mismo. De repente uno ve estudiantes que dicen “A mí esta cuestión no me interesa, que el Rector, que el Decano, yo no tengo respeto por nada, a mí nadie me ha dado nada…”. Yo creo que aquí hay que sentarse realmente a dialogar, a conversar una y mil veces. Tengo temor que después de este 2011 venga una arremetida de profesores que digan “necesitamos autoritarismo”; y que la respuesta sea más autoritarismo y no más democracia —como nos indicaba la presentación anterior que estaban pensando en Costa Rica, con más discusión, más diálogo—. Por eso, respeto y responsabilidad son bases fundamentales para la comunidad y hay que pedírselo a los estudiantes, a los académicos y a los funcionarios. Ahora, respecto al llamado estatuto funcionario, que es un punto también muy relevante, pienso que no es sostenible que los académicos y el personal de colaboración 7 sigan siendo vistos como meros funcionarios de cualquier repartición pública. Hay que apostar a construir algo distinto, que cautele como corresponde la carrera, la dignidad y desarrollo profesional del perso- nal de colaboración, así como lograr una carrera académica que cautele debe- res y derechos. Pero no podemos seguir siendo tratados como una repartición pública cualquiera y para eso se necesita que los funcionarios y los académi- cos, desde el punto de vista gremial y como miembros de la comunidad, sean los primeros en generar propuestas al respecto. Termino esta parte diciendo que el sentido de cambio del último ciclo en el cual estamos insertos, se expresa en que la Universidad de Chile sea la úni- ca universidad del Estado que ha renovado democráticamente a la fecha sus estatutos —para felicidad y orgullo de sus miembros pero para tristeza de Chile a mi juicio—. Al respecto me permito traer a colación lo que decíamos en 2000 en el acto de entrega a la comunidad del primer borrador emanado de la Comisión Normativa Transitoria (1999-2001): “(…) este Nuevo Estatuto representa la firme voluntad de la comunidad uni- versitaria de asumirse como tal, dejando atrás, por obsoletas e inadecuadas, las estrechas y mediocres categorías de quienes dictan que la universidad no es más que una institución que alberga a clientes, a empleados, y a algún que otro gerente preocupado de rentabilidades financieras a corto plazo. (…). Fe- licidades Universidad de Chile. Tus hijos, aquellos que hoy no pueden estar y quienes hoy están en este Salón, te entregamos esta herramienta para tu desa- rrollo, pensando a la vez en un mejor futuro para nuestro pueblo y sus hijos.” Subrayo la idea de herramienta porque creo que de eso se trataba, no de tener allí todas las respuestas, sino de abrir un primer cauce. En definitiva ¿por qué un Senado Universitario? Porque la Universidad no se puede construir desde la fragmentación. Como ya hemos dicho, la imposición de la lógica mercantil trata de obligarnos a que cada unidad busque por acá o por allá y la Univer- sidad pierda coherencia. Entonces, el Senado debiera tratar de responder a esa inquietud que tiene que ver con el proyecto universitario completo (con un proyecto “otro”, diferente al de mercado o al fragmentario). Como vemos, el Senado no solamente tiene o tenía que ver con darle participación a la co- munidad, buscaba instalar una mirada de futuro, proyectiva, de sentido, de 7 Para no definir la labor fundamental de los funcionarios como “no-académica”, tal cual lo busca el Estatuto actual.
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