Literatura, lenguaje y sociedad: 1973-1983
39 ca el despliegue a su vez.de una nueva norma comunicativa, esa comunicación pasa de lo directo de una estructura dialogante a la univocidad. En la esfera de lo privado la respuesta se con suma en el propio contestatario; en el. ámbito del grupo familiar, del amigo íntimo. Cualquier intento decomunicación que sobre pase ese reducto pasa a ser trivial o aí menos, no informa del estado de cosas. En el lugar de trabajo no se, habla de políti ca, toda disidencia se encubre y el.lenguaje mismo pasa a ser elusivo. Cada frase puede significar un espectro que abarca también lo no dicho. Lo represor, paga así'a ser'una categoría y donde las normas administrativas como la censura oficial,ppr ejemplo, cumple como anotábamos.'una" doble 'función: una, repri mir en el sentido lato del término y, dos,,la más importante,re forzar esa imagen de omnipresencia,. " $e-censura antes de ejer cer cualquier acción punitiva,* Frente, a ello la palabra impre sa pasa a ser un excedente que repite las estrategias.del po - der, que dobla su efecto simbólico"; ál'imargenjde lo que se lea, de lo que literalmente se diga,¿.e,l. mensaj.e va a ser siempre uno: aquí está presente La Autoridad-, Ahora bien, lo que nos interesa saber es qué inferencia tiene sobre el cuerpo literario concreto este orden y hasta qué me dida las pautas textuales, de ese cuerpo informan, contradicen o afirman dicho orden. La autoridad, ese excedente simbólico al que alude José Joa - quin Brunner está presente en las obras literarias. Ese cuer po nos delata una serie de estratagemas para negar esa autori dad: los enmascaramientos del sujeto o, al menos, su problema- tizacióri, .la crisis de la confianza en la escritura o en el lenguaje escrito como corolario de la pérdida de jerarquía del discurso oral, hasta, la afirmación del sujeto y la reitera - ción de un lenguaje incuestionado,. , En fin, toda la gama de po sibles desarrollos cuyo centro se encuentra, en la categoría que se otorga el hablante de la obra., ,Vale decir, el problema se ha trasladado de una verdad objetiva, pre-éxistente, caal es la de la existencia de un colectivo que venía a ser el terreno de confrontación final de cualquier manifestación literaria, a la esfera del hablante quien, en su propio despliegue, afirma la única objetividad que a ese hablante le es posible. Esa es la traslación,.e n .literatura, del paso en la sociedad del ámbito de lo público a lo privado. Su correspondencia es ésa. Paralelamente la aparición de una novelística obsecuente,
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