Literatura, lenguaje y sociedad: 1973-1983
6 precisamente su mayor unidad. La oralidad adquiere entonces Su mayor eficacia y la comunicación se termina de desvertiza- lizar. El malentendido es un ingrediente de cualquier conver sación en el cual ese malentendido representa una faceta del entendimiento. Se entiende — podríamos concluir— porque se está en desacuerdo y más transparente se hace el1 lenguaje en la medida que el espacio intermediario de la negociación se angosta. Esa confianza en la oralidad, en un sistema de conversación transparente y unitario, sufre, a partir del golpe militar (que sin embargo suponía) un quiebre profundo y traumático.No se tratará ahora de una readecuación como producto de la irrup ción de una nueva correlación de fuerzas dentro de la sociedad, sino de algo más radical: el aparecimiento de lo no dicho como eje ordenador del lenguaje, ello implica la privatización de la lengua, su recluimiento a la esfera de lo individual (el so liloquio) y de lo estrictamente familiar. Es en ese espacio ausente que implanta lo no dicho donde se establece el reclui- nxiento, la comunicación se establece con instancias inaccesi bles al punto de■que es lo que se silencia la verdadera jerar quizacióri. El lenguaje se jerarquiza. No es de extrañar entonces, atendiendo a la evolución del len guaje en estos últimos diez años, que el autoconfinamiento pa se a ocupar el lugar que ejercían los sitios públicos, la asam blea, el sindicato, la universidad. En efecto, roto el siste ma de conversación el interlocutor pasa a ser el mensaje emiti do. Interlocutor cuyo sonido es contestado segundo a segundo, seguido', buscado. El mensaje va creando así su propia esfera de realidad, autónoma y ordenadora. Paralelamente la crisis del antiguo sistema señalético pasa a ser doble. Se instaura uno nuevo pero es solamente un código parcial: codifica única mente el mensaje y Ib;hace comprensible. De ese modo, repre sentación de■mundo y realidad, lenguaje y signo, lenguaje y palabras, pasan a constituir segmentos autónomos y particula res, de allí también la profunda penetración del programa te- levisivq, de la fantasía, en dos palabras: del autoritarismo como régimen normal de funcionamiento del lenguaje. Pues bien, en nsta recodificación la comunicación es necesaria mente 'sucia', ios términos han dejado de ser unívocos en el sentido más lato C* la palabra, para ser en cambio espectra les. Cualquier afirmación recorre necesariamente todo el ran
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