Literatura, lenguaje y sociedad: 1973-1983
- o Planteándolo en un terreno ideal, una sociedad c,ue haya logra do armonizar en forma completa todos los intereses, de los su jetos que la componen presentaría, igualmente,'líi máxima armo nización entre :un. significante y su significado entre una e.s tructura idiomáítica y la .visión de mundo que representa. Por el contrario el desenvolvimiento dinámico, contradictorio,den tro de una sociedad única, crea distintos segmentos de lengua je cada uno de los cuales viene a constituir la representación sublimada de una de las partes. Así, si por ejemplo, tomarnos como referencia el lenguaje del terrateniente y el del campe sino, veremos dos esferas que interdependizan una relación de poderío y servidumbre, pero de modo tal que en el lenguaje,el trabajador, el ’peón* vive su situación como plena; es su ru bor frente al citadino, su timidez, su cazurronería entre sus iguales, donde viene a completarse una situación que está da da como natural y que por ende se presenta como absoluta. Su lenguaje es la garantía de esa visión, todos sus segmentos in temos coinciden. Similarmente el lenguaje del terrateniente también lo preserva de cualquier duda y ambos lenguajes se com plementan sólo para aS. irmarre el uno con el otro. Por el con trario, si la relación de poderío y servidumbre (de amo y sier vo) entra en crisis, ambas esferas de lenguaje se requebrajan y su resultante será un sistema de conversación no transparen te, en el cual la garantía de eficacia y de mediación de ese lenguaje ha quedado suspendida y atada más bien a algo que la conversación provoca pero que no puede contemplar: el curso de los acontecimientos. Análogamente, podemos afirmar que cada nueva distribución de fuerzas dentro de una sociedad, por no significantes que pue_ da parecer en un análisis de un período más extenso, trae n£ cesariamente una crisis del.sistema de conversación. De ese modo, la irrupción del Frente Popular en Chile, de la Revolu ción en libertad democratacristiana, de la unidad popular, fueron rehaciendo todo el código señalético del lenguaje al dejar de significar determinados conjuntos de representacio nes en función de otros. Ello afecta ¡sustancialmente lo co tidiano, no obstante el régimen de; conversación subsistía en el marco de sus alteraciones, crisis y. fecomienzos. Si ejem plificamos esto con algo reciente (bueno digamos --parodiando a Gardel— que diez anos son algo reciente) veremos que en mo mentó en que nuestra sociedad se encontraba dividida en dos bloques antagónicos que agotaban su capacidad de negociación, el sistema de conversación alcanzó su máxima transparencia y
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