Cuadernos de Beauchef: ciencia, tecnología y cultura

49 Ciencia, Tecnología y Cultura tico entre la administración feudal y el concierto europeo imperial y, por ello, la analogía (que solo hoy es meramente una comparación sin referente) con un cuerpo político, es decir, de un organismo, re- sulta tan poderosa y productiva. Desde ahí a diagnosticar, conse- cuentemente, las enfermedades que aquejan a ese cuerpo llamado también “República” no hubo ni siquiera un paso pues de la misma manera que era posible advertir los futuros éxitos o fracasos de un individuo a partir de su complexión y el origen corporal de su tem- peramento, se podía asimismo estudiar las características de una nación, las disciplinas en que destaca su población, su vocación por las grandes hazañas que suelen terminar mal, la molicie que les aparta de los oficios técnicos que producen el progreso para con- centrarse en las letras y la jurisprudencia, etc. Como se ve, de este examen-diagnóstico de un grupo hu- mano unido por rasgos de consanguineidad, por la ubicación geo- gráfica, por el escenario cultural, pero también, por la temperatura y consistencia del ambiente, debía surgir un uso que fuese más allá de la simple descripción del fenómeno observado, precisamente por- que aún estamos en la antesala de la época que aísla la contempla- ción del acaecer para darle un valor objetivo a la mirada que captura lo real. Es recién el momento del giro o el instante en que la puerta de la racionalidad moderna se está abriendo y en su batirse aparece el ingenio como expresión de una búsqueda; ¿de qué?, pues de un remedio con el que enfrentar el origen de los males sociales. Ese re- medio será la educación. Puesto que sabemos qué es lo caracteriza a los hombres y conocemos los tipos en los que se distribuyen los temperamentos podemos intervenir en la formación de los indivi- duos (y, al mismo tiempo, en la formación social) si no para “mejo- rarlos” de sus males sí para conducirlos hacia lo que su natural cons- titución requiere. Porque, tal como han señalado los tratadistas que abordan la cuestión del ingenio a lo largo de tres siglos, existe una relación no siempre feliz entre el individuo y la comunidad en que está inserto, pues esta, por diversas razones, lo desvía del uso ade-

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