Cuadernos de Beauchef: ciencia, tecnología y cultura
48 Cuadernos de Beauchef temos con deferencia es que el ingenio debe ser cultivado, de modo que podamos contribuir a un “estar con los demás” agradable. Nada de esto puede resultarnos familiar, forma parte de un mundo del que solo puede haberle llegado a nuestros padres el resto de la regla burguesa-protestante del comportamiento cívico adecuado para la vida en una sociedad para la cual esa regla hoy es del todo inútil, pues en ella ya se afincó eso que los entendidos denominan “indivi- dualismo”. El ingenio tuvo, además de las significaciones recién seña- ladas, una que es, tal vez, la que mayor sobrevivencia alcanzó, por- que de maneras algo accidentadas, hizo confluir en ella a las demás. Al adentrarse en el estudio de los temperamentos los hombres del Renacimiento recogieron un legado de reflexión y práctica médica, heredada casi sin modificaciones, desde la Grecia antigua; su com- prensión de la naturaleza fisiológica del ser humano seguía estando determinada por Hipócrates y Galeno cuyas obras, pese a los vai- venes de la larga Edad Media, habían impuesto los criterios y los principios de observación y descripción del cuerpo y el origen de las patologías que podían afectarlo. Y, si bien es cierto que a este cono- cimiento de la materia que constituye al hombre siempre le estuvo asociada una preocupación de orden moral, precisamente porque se podían determinar los rasgos que caracterizarían sus acciones y sus modos de responder a su entorno, es solo en los albores de la Modernidad que la naturaleza moral y, por lo tanto, práctica, de este saber condiciona su estudio y catalogación: lo que ahora importa es la razón por la cual necesitamos conocer cómo se comportan los hombres, cuáles son aquellos rasgos constitutivos que determinan sus acciones y qué medidas es posible tomar para conducir prove- chosamente sus naturalezas. La idea de un conjunto social, aunque segmentado, también heredera de la tradición clásica que concen- tra su atención en la composición de la ciudad como espacio de rela- ciones entre los mejores de los seres racionales, retorna con fuerza en una época de cambios radicales determinados por el pasaje polí-
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