Cuadernos de Beauchef: ciencia, tecnología y cultura
129 Ciencia, Tecnología y Cultura tibilidad y la acción resolutiva, sino la intelección de sentido, así como la gestión sostenida 12 . En definitiva, se trata de adoptar una epistemología que permita constituir un objeto de política pública analíti- camente coherente, es decir, no-arbitrario, que trascienda la epistemología que rige la generación del conocimiento cien- tífico estándar y permita integrar además del científico otros conocimientos fundados en otras epistemologías. Se trataría de, primero, una epistemología heurística, porque sus descripciones no se fundan en lenguajes analíticos y en las reglas lógicas que los articulan; segundo, participati- va, porque sus descripciones no presuponen una disyunción sujeto-objeto, sino que el sujeto cognoscente se halla inscrito de lleno en la descripción (lo que da lugar a mundos partici- pados); tercero, enactiva 13 , porque entiende que esa descrip- 12 Esta propuesta tiene una posible lectura Luhmaniana que pudiera ser desarrollada en el fu- turo, pues lo que se está sugiriendo es la necesidad de constitución de un sistema social dife- renciado (el de la política pública ambiental), mediante un discurso (lenguaje) auto-referente (el gestionador habla de la gestión) que legaliza el código diferenciador de ese sistema res- pecto de otros sistemas sociales (la gestión del problema, por diferencia del sistema científico, por ejemplo, que solo observa/conoce aquello que puede ser considerado un problema) Un lenguaje autorreferente y de diferenciación, no puede sino tener las características epistemo- lógicas que se sugieren en este texto. Finalmente se induce de lo anterior, que la posibilidad de existencia de un sistema (de una política ambiental propiamente tal), pasa por el éxito en la constitución de ese lenguaje. 13 El concepto de enacción emerge en el contexto de las ciencias cognitivas y es desarrollado por Francisco Varela (Varela, 2000; Varela et all. 1997). Resume un enfoque cognitivo que se contrapone a la comprensión del conocimiento como una mera representación de un “mundo dado”, que lo entiende como resultado de un proceso en el cual un observador en su expe- rienciar genera, a partir de su sistema cerrado y autorreferente, un conjunto de distinciones que dan lugar a un dominio de significación, “un mundo”. Algo ya intuido en las colabora- ciones previas de Varela y el biólogo Humberto Maturana, por ejemplo, cuando ambos en El Árbol del Conocimiento señalan: “El lenguaje no fue nunca inventado por un sujeto solo en la aprehensión de un mundo externo, y no puede, por lo tanto, ser usado como herramienta para revelar un tal mundo. Por el contrario, es dentro del lenguaje mismo que el acto de cono- cer, en la coordinación conductual que el lenguaje es, trae un mundo a la mano.” (Maturana H, Varela F, 1990, pág. 155)
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