CENECA Distinciones (Cultura-Arte-Política-Filosfía)

87 s** instauran alrededor do la plaza y que por esencia tienen una vocación de autonomía, la Justicia, la E- ducación. la Información, la Legislación, la Defensa. !n Economía, In Cultura, etc. etc.. Todas estas uni­ dades están por supuesto interrelacionadas y en su ejercicio social jamás pueden comprenderse separada­ mente, pero, y ésto es lo importante, todas ellas tie nen una especificidad que las define como partes. Ahora bien, como el Estado no es una entelequia sino la forma precisa en que el poder social se manifiesta v como éste a su vez no es otra cosa que la resultan te de las diferentes fuerzas que poseen las institu­ ciones en cuanto éstas están coordinadas en un centro siempre existe un juego de fuerzas entre este centro y las potencias que él intenta coordinar. Cuando el funcionamiento del todo corresponde a un equilibrio orgánico entre las fuerzas independientes, de tal mo do que éstas pueden desplegarse en toda su potencia­ lidad armónicamente, podemos estar seguros de que lo que estamos presenciando es una Polis democrática. Cuando por el contrario alguna de las fuerzas indepen dientes o el centro orgánico se toma, por así decir­ lo, la dirección del asunto y atenta en contra de la autonomía de cualquiera de las instituciones, es­ tamos ante el peligro del absolutismo. Este consiste f n establecer el predominio de una parte sobre el res *o. El caso más generalizado de absolutismo es cuan­ do las fuerzas armadas se toman el poder y se estable; cen como centro dominador de todas las demás institu ciones; pero perfectamente pueden imaginarse otras formas de absolutismo, como por ejemplo, la predomi­ nancia del partido o de la economía o inclusive, en el caso de la utopía platónica, la de la cultura (in teligencia). Es posible acotar también que un estado de absolutismo genera fácilmente otro, en cuanto la dominación lesiona la autonomía de las partes y des­ pierta en los afectados comprensibles deseos de ven­ ganza. Pero el problema del absolutismo no se resuel ve con otro absolutismo sino con la institución de las instituciones, las cuales, en su autonomía pueden

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