CENECA Distinciones (Cultura-Arte-Política-Filosfía)

3 obligados a partir de sus condiciones reales de vida y, por consiguiente, debemos aprender a pensarlo co­ mo un ente real dentro de los otros entes naturales. La dignidad del hombre no está en el hecho de ser so brenatural, de escaparse a su condición afectiva si­ no, precisamente en su relación con el ser; su más profunda y decisiva distinción está en el hecho de ser el único ente conocido que tiene relación con el ser y por consiguiente, con todos los demás entes. Precisamente porque ésto es así, lo humano no sólo es natural sino que aparece como la más íntima esen­ cia que surge desde el oscuro fondo de la naturaleza. El hombre es lo más natural de la naturaleza. El hom bre, al revelarse como natural, revela una caracte­ rística esencial de la naturaleza, la cual a su vez, está obligada a revelarse como hombre. El hombre no se distingue de los demás entes sino por esta su re­ lación con el ser; esta relación genera y transfigu­ ra su esencia sin apartarlo de la naturaleza sino que por el contrario mostrándolo como su eco más profun­ do. El hombre es el eco del ser. Según este pensamiento, la cultura lejos de oponerse a la naturaleza, es su manifestación más delicada, su expresión más fina y pletórica de sentido. Noso­ tros quisiéramos comprender la cultura de este modo, que en el fondo es la única que se podría autodenomi_ nar con verdad, materialista. Definir lo que podría ser un verdadero materialismo es algo que escapa a estas reflexiones sobre la cultura, pero desde lo di cho podríamos adelantar lo siguiente: el materialis­ mo clásico, incluido el de Marx Engels, no resuelve esta oposición entre lo humano y lo natural y, en el fondo, sigue preso de la peligrosa dicotomía carte­ siana. No basta introducir el dinamismo en la mate­ ria, antes considerada mecánicamente, no basta "dia- lectizar" lo inerte, para dar cuenta del paso que va desde lo natural hasta lo humano. Esto es posible ú­ nicamente desde la totalidad pensada directamente, es decir, desde el ser. Ninguna dialéctica como "mé­ todo" es capaz de atravesar el puente que une al en­ te con el ser, ningún ente entendido a partir

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