CENECA Distinciones (Cultura-Arte-Política-Filosfía)
83 cual no puede venir sino de aquel io que convoca- pero esta correspondencia nunca está asegurada. La poli ti ca puede fácilmente caer en el juego fútil del acti vismo y, sorda a toda real convocatoria, perderse en palabrerías o en reuniones que no conducen a nada. Cuando ésto ocurre, el lazo entre el político y el ciudadano se rompe, creándose el espacio cerrado de la politiquería, dentro del cual, el demagogo alza la voz, el candidato promete paraísos imposibles, el di putado se indigna hipócritamente, y el honesto diri gente pasa su tiempo en tratar de pegar artifici almen te lo que queda de orden en el caos para así ocultar la verdadera desagregación. Esta situación crítica proviene del remedo de la verdadera política, la cual muchas veces se hace sin necesidad de salir a la luz pública o de encargarse de vanas discurserías. La política de los políticos se mide por la Gran Polí_ tica, y aunque en la primera se dé testimonio de una febril actividad, ésto no quiere decir que sus resul tados conduzcan efectivamente a la realización de la meta propuesta; ésta puede revestirse de muchos nom bres y proyectos pero en definitiva queda siempre su jeta al poder de lo que convoca. Para ilustrar ésto que decimos nada más claro que recordar la verdad e- lemental según la cual, hagamos lo que hagamos,al fi nal solo podremos llegar a construir la Polis posible y no la Polis de nuestros sueños. Este realismo a que está obligado todo político es la prueba palpable de que su acción tiene su eficacia delimitada por un po der más grande que ella. Este mayor poder no es otro que lo que hemos estado llamando "lo que convoca". 3 Pareciera que responder adecuadamente a la voz de lo que convoca fuera simplemente acomodar nuestra acción para construir la Polis a las condiciones concretas y objetivas que nos puede revelar el análisis de la
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=