CENECA Distinciones (Cultura-Arte-Política-Filosfía)

64 eral izada en la que el hombre comienza a verse como fundamento absoluto de la realidad. Esta situación no depende de las decisiones de los hombres, no he­ mos 1 legado a esta época por obra o culpa de nadie sino por una necesidad profunda que brota de i as fuer zas originadoras del destino humano. Que esto tenga que ser así y no de otra manera es lo que se trata por fin de tomar en serio para poder 1 legar a una comprensión de lo que somos en vez de ponernos a dís cutir sobre cuestiones vanas e inútiles. Tal vez el arte se hace político porque lo que busca es recupe rar el terreno perdido por los dioses. Por eso una revolución cultural podría devolverle al arte su dig nidad original en la medida en que se vuelva a tomar en serio su capacidad mitológica. Para ello es nece sario inventar un nuevo humanismo en el cual lo hu­ mano vuelva a medirse por lo invisible y no al revés como ha sucedido hasta ahora. Un arte político es entonces tal vez una última posibilidad que tiene el arte de instalar su poder allí mismo donde operan las fuerzas de lo que ha conllevado a su propia secu larización. No se trata entonces de combatir el arte político sino de transformar la política en una poli tica al servicio del arte para buscar la síntesis en el plano mismo de la realidad; pero para ésto, la po lítica tiene que aprender la conciencia de las prio­ ridades de lo invisible. 9 A veces se opone equivocadamente la poesía inspira­ da por el amor a la poesía inspirada por la política o por acontecimientos concretos y contingentes. Des­ de el punto de vista del poeta no hay ninguna razón para privilegiar ninguno de estos temas precisamente porque para él estos diferentes aspectos de la vida no dejan de ser "temas". La frase de Rimbaud "yo soy otro" indica precisamente hacia esta característica del artista, un "monstruo" que se distancia hasta tal punto de sus propios sentimientos y emociones que es tos pueden transformarse en "temas".

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