CENECA Distinciones (Cultura-Arte-Política-Filosfía)

97 ta la abolición de los errores del pasado, por consi_ guíente tiene que obligarlos a aparecer bajo nuevo aspecto, con nuevos responsables, nuevas ideas, y nue vos poderes de mobi 1ización. En su renovación los par tidos tienen que poner en primer plano la necesidad de reconstituir el centro de poder verdadero. Este, co mo ya ha quedado dicho, es el invisible poder que im­ pera a través del equilibrio de las instituciones. Para lograr este objetivo los partidos tienen que vol_ verse hacia el centro que los originó, buscando refor^ mular la tradición que les ha dado forma. Esta tradi_ ción tiene que contener las formas de la nueva vali­ dez, la cual tendrá que ser mucho más cercana al cen tro de su propio origen, pero por Jo mismo, más re­ ceptiva al centro de lo que reúne, o sea, al centro originador de la Polis misma. No basta entonces re­ constituir los partidos según las formas que tenían antes de la desagregación, hay que reconstituir algo fiel a la tradición pero enteramente nuevo. Para que el poder del centro actúe nuevamente como convocato­ ria a través de los partidos, éstos deben recoger el pasado en una autocrítica que los deje aptos para im pulsar nuevas y mejores fuerzas de congregación. La flecha debe ser disparada ahora precisando mejor el blanco. El blanco tiene que incluir todo lo que des­ de esa tradición concreta puede ser congregado. Lo que antes era llamado a congregarse al proceso que el partido impulsaba es ahora insuficiente para cum­ plir la nueva meta histórica propuesta. La congrega­ ción tiene que abarcar toda la Polis si es posible, y si no lo es, la inmensa mayoría de los que pueden reconocerse de la dicha tradición. La apelación par­ tidaria está obligada a dirigirse hacía la totalidad, cualquier tipo de sectarismo es ahora fatal pues ya han quedado a la vista las terribles consecuencias de la desagregación. Del mismo modo como antes lo ú- nico plausible parecía ser el triunfo de la parte, ahora sólo es efectivo y realista el discurso total, es decir, la forma pluralista. El partido dirigido hacia la totalidad y sin perder de vista su vocación pluralista obliga a proponerse objetivos dentro de la pluralidad y sin pretender aboliría ni siquiera

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