Aportes al mejoramiento en la cadena de valor hortícola de la provincia de Chacabuco
65 CAPÍTULO V sistemas sustentables. Crear una plataforma de “gestión del conocimiento” en materia de políticas públicas para la adaptación al cambio climático permitiría a los estados ser más eficientes en su acción. Líneas trasversales A parte de las tres dimensiones mencionadas, hay varias líneas trasversales que no pueden se descuidadas. Entre estas cabe citar a la gobernanza, es decir, la armonización estructural y funcional de las instituciones encargadas de llevar adelante las políticas de adaptación. Especial mención cabe hacer a la necesidad de crear grupos de trabajo multidisciplinarios que modelen el sistema agrario nacional, provincial y local, en orden a desarrollar una capacidad prospectiva agrícola que le permita a cada país incorporar las proyecciones de mediano y largo plazo del cambio climático y de las necesidades de adecuación de la agricultura en todas las dimensiones señaladas, así como los hotspots de vulnerabilidad y exposición que podrían crear problemas de marginalización agrícola y social. Esta capacidad es muy escasa en la actualidad y podría contribuir grandemente a que los países encaminen el desarrollo hacia senderos sustentables. Un informe periódico sobre el “estado del futuro” sería fuertemente orientador para la acción de los estados. Entre los centros de prospectiva en el mundo cabe mencionar al Future Studies (Hawai), World Future Studies Federation (WFSF), grupo Futuribles de Francia, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el proyecto Milenio. Sólo mirando el futuro podemos juzgar si se está actuando bien en el presente. Una línea muy vinculada a la prospectiva agrícola es la de la evaluación y modelación de la vulnerabilidad de los sistemas agrícolas, a diferentes escalas, desde la global por zonas agrícolas, hasta la vulnerabilidad de las granjas individuales. Siendo la vulnerabilidad una característica intrínseca de cada sistema (Kiparsky et al, 2012), se trata de crear las capacidades multidisciplinarias para abordar el problema desde las perspectivas sociales, culturales, económicas, tecnológicas, biológicas y ambientales (Barrow, 2006). La modelación de la vulnerabilidad permitirá encontrar los cuellos de botella para el éxito de las estrategias de adaptación, lo que es esencial para orientar las acciones hacia estas barreras, cuya superación darán más fortaleza a la agricultura local para enfrentar los nuevos escenarios climáticos. Vulnerabilidad y capacidad de adaptación son conceptos contrapuestos, ningún país podrá implementar estrategias de adaptación exitosas sin disponer de completos y exhaustivos diagnósticos de vulnerabilidad. La adopción de protocolos comparables entre Estados permitiría transferir experiencias exitosas entre ellos (Ahumada, 2015). Reflexión final La tarea de dotar a la agricultura de una capacidad de adaptación a un clima más extremo e inestable para hacerla sostenible, requiere de información, métodos de diagnóstico, modelos de evaluación que aporten visión sistémica, elevación de las capacidades humanas para diseñar y gestionar estrategias complejas, de tecnologías de protección de cultivos, de cambios en el uso del suelo, de sistemas de producción complejos y biodiversos, de nuevo material genético resistente y resiliente, de la existencia de canales de intercambio de experiencias y materiales entre regiones, de instituciones que canalicen esta información e intercambios. Esta tarea requiere también de una gobernanza local a la altura de la complejidad del proceso de adaptación y de dar sostenibilidad a la agricultura, sobre todo aquella de pequeña escala. Ningún Estado por si solo tendrá la capacidad para abordar todas las facetas de un proceso de tal complejidad, razón por la que las instituciones internacionales están en una posición privilegiada para ser agentes catalizadores de un proceso regional donde se sumen éxitos y fracasos, permitiendo a los estados avanzar más rápido en atender a las necesidades de la agricultura local. Especial énfasis debería poner una institución como la FAO, en proveer métodos, técnicas y protocolos unificados que ayuden a los países en la construcción de diagnósticos y evaluaciones de los problemas creados por el cambio climático en sus diferentes regiones, bases de datos estandarizados sobre factores de vulnerabilidad biofísica y socio-económica, impactos agrícolas, downscaling y escenarios, protocolos de evaluación, modelos de evaluación de sistemas agrarios, de evaluación de riesgos, modelos de evaluación económica de los impactos y costos de las medidas de adaptación, así como tecnologías tradicionales probadamente eficaces. En la medida de que exista un esfuerzo sistemático por reunir, validar y estandarizar estos aspectos, los países podrán avanzar más rápido en la implementación de estrategias, sobre bases comparables entre diferentes regiones que redundarán en respuestas y beneficios para la sostenibilidad de la agricultura a nivel local.
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