Actas de las I jornadas del régimen jurídico de las aguas

203 Así lascosas, estoconstituíaunescenarioenque losagricultoresgeneralmente lograban ponerse de acuerdo; sin embargo, un nuevo actor entró en escena con mayor fuerza en los ríos: el agua potable y alcantarillado. El crecimiento de las ciudades y la población, así como el mejoramiento relativo de las condiciones sanitarias, dio lugar a una nueva presión sobre las aguas de los ríos, la que debió ser considerada para la administración –no siempre pacífica– de los mismos, especialmente los más exigidos como los de la zona central. En el caso de la ciudad de Santiago, los conflictos entre regantes y el agua potable de la ciudad comenzaron a presentarse en forma franca ya a inicios del siglo XX, cuando la autoridad constituyó derechos de aguas para el saneamiento y agua potable con cargo a los derechos de aprovechamiento de aguas constituidos anteriormente a los regantes. Esta concesión dio origen a un largo juicio que terminó con la construcción del Embalse El Yeso, el que fue concebido, en un principio, como una obra de regulación que serviría para acopiar agua para el agua potable de Santiago y mejorar las dotaciones de los regantes en las épocas en que éstos más la necesitaran. Actualmente esta obra es administrada por el operador sanitario del agua potable de Santiago y convive con el resto de los usuarios de derechos de aguas de la cuenca del Maipo, bajo las directrices que se adoptan en el seno de la Junta de Vigilancia. Por su parte, también a principios del siglo XX, un tercer actor entró en escena, uno totalmente nuevo y distinto a los que ya se conocían: el titular de derechos no consuntivos para generación hidroeléctrica. A diferencia del derecho consuntivo que extrae y consume las aguas, éste las extrae, muchas veces las acumula y luego las hace pasar por turbinas, las que aprovechando los desniveles propios de nuestro paisaje cordillerano producen energía eléctrica, para finalmente devolver los caudales empleados a la corriente natural. En un principio, y en términos generales, el ejercicio de estos derechos no producía mayor problema con el resto de los interesados, puesto que solían estar en zonas muy altas de la cordillera, o bien en ríos del sur de Chile donde el agua abundaba y no existía la presión que hoy en día éstos soportan. Los problemas comenzaron a producirse a medida que las hidroeléctricas comenzaron a ejercer sus derechos a menor cota y en ríos de la zona central fuertemente explotados por los titulares de derechos consuntivos. Lo mismo sucedió con los derechos otorgados para la explotación minera. En un principio éstos no perturbaban los equilibrios que se daban en las zonas de distribución intensiva, que es donde se encuentran generalmente las bocatomas para captar las aguas destinadas al riego y agua potable. Los problemas comenzaron cuando el agua ya no era tan abundante y se hizo necesario comenzar a controlarlos, ello sin perjuicio que a finales del siglo XX otro valor entraría en juego: el equilibrio ecológico.

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