CENECA Seminario teatro chileno en la década del 80

53 • • con absoluta mar ginalidad. Eso nos produce, al interior una se ­ rie de cortapisas y autocensuras muy serias. No podemos traba­ jar aquí'o allá, hacer esto porque nos mira mal este sector o lo ■ otro porque se enoja la DC o la UP, La otra cortapisa es, obvia­ mente, el oficialismo. Entonces, es muy difícil moverse con sol­ tura. Creo que a lo único que hemos recurrido es a defender los valores de nuestros padres, que son los únicos que tenemos. Unos valores que. tratamos de destruir iesde que fuimos adolescentes hasta el día de ayer, que ahora estamos rescatando como los úni­ cos valores verdaderos, Nosotros, ¿eramos enemigos del s iste ­ ma llamado capitalista o no más teníamos ahi un problema irre - sueleo de tipo psicologico con nuestras familias? Esta cuestión es bastante grave porque produce un desgarro inter­ no. Es, personalmente, el elemento que me dificulta'y que me exi­ ge, para hacer cualquier cambio dentro del escenario, un esfuer­ zo doble. A. CASTILLO . Cuando analizamos nuestra actividad se tiende a con­ fundir dos criterios : l) El criterio del político, que tiene relación con las perspectivas del movimiento social,- al in­ terior del cual se generan pugnas muy violentas; y 2) El criterio del artista, que es otro. ■No se. le puede pedir al artista que elabore una perspectiva políti­ ca, porque su respuesta es una graficación circunstancial del mo­ mento histórico determinado. El sistema democrático que conocimos no fue producto de conce­ siones de una clase dominante sino que de una lucha violenta de los sectores progresistas contra esos sectores retrógrados que hoy son hegemónicos a. través del militarismo. Se ha mutilado ese sistema democrático de cuestiones sustanciales, manifestaciones culturales del más alto nivel, como son, a mi modo de ver, los partidos políticos. Los partidos políticos son una manifestación cultural importante y trascendente. Son los partidos políticos los que diseñan una perspectiva política. Nuestra falca de perspecti­ va política hace que nuestro teatro se nos aparezca como un " tea ­ tro de exposición" de la realidad y no como un buceo profundo de

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