CENECA Seminario teatro chileno en la década del 80

15 1 . . mación objetiva de un cientiBJta social, o a través de una secta religio­ sa o una religión bien instituida. De acualquiera de las tres maneras que yo.enfrente el problema, llega el momento en que entre la institu - cióny el artista se produce la crisis. O sea, la institución puede en cualquier momento tener una visión, una interpretación, una solución del problema que el artista o no percibe, o percibe de otra manera, o se niega a aceptar. Quiero decir que estarnos siempre entre un fariseísmo en que abandonamos el habla - de nosotros al habla- por los otros, y el otro fariseísmo del que prefiere hablar de sf mismo po- haolar de los ot-os. Ambas son sitúa - ciones que llevan implícitas un mismo equívoco : que es creer que no todos los hombres son intelectuales, que un sector de ellos solamente lo es, que ese sector intelectual de los hom res pertenecen a la izquierda o a la derecha. Que de alguna manera hay que ingeniársela para des - truir el sector intelectual del otro, y ganar para el nuestro la opinión, total de los no-intelectuales para eme se adoctrine con nuebtras pautas de conducta, y Lleven a caoo nuestro proyecto. Esta cosa autoritaria ( apartir de ningún saber, sino que desde el que "adivina el parpadeo") ñoco yo en el teatro chileno. Y creo que con la mejor ouena voluntad el teatro chileno se plantea modificar la sociedad global, criticándola, cuestionándola, entregándole pautas de conducta a la gente, y en ese mismo momento se enfrenta a una serie de proble­ mas como la represión política, el financiamiento, formas de organiza­ ción, etc. etc. Y quizás por esto mismo, se genera una dramaturgia y una temática que se asienta fundamentalmente en el contenido y no en la producción de s ignifica ntes, que quizás es la forma más revolucionaria y más seria de enfrentar una situación como la que vivimos. Tal vez no es lo ma­ sivo lo que define el teatro revolucionario, ni tampoco la incidencia de este teatro en la modificación de la conducta de los otros, sino a lo mejor lo que defina al teatro revolucionario en Chile hoy día es cómo incide en la transformación de otros teatristas. Nuestra experiencia en el traoajo cinematográfico actual ha sido enfocar nuestras obras --bastante pocas, por lo demás -- como un modelo para otros productores de obras, no para la totalidad social. Entre otras eo-

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