Mapuche Nütram
31 me enseñó, no tanto del mapuzugun, pero sí mucho de lo cultural, del protocolo mapuche, de cómo es el atuendo de mi zona (…). Yo fui catete, ella no quería, por ejemplo, que yo usara atuendo, que yo saliera vestida de mapuche de la casa, entonces eso fue toda una pelea”, comenta Antonia. Todo lo anterior fue la consecuencia del maltrato que los padres de Antonia sufrieron al llegar a la capital por su condición de mapuche. Por esta razón, más que expandir el conocimiento que trajeron desde el sur, ambos intentaron evitar que sus hijos pasaran por estos mismos problemas, fortaleciendo la autoestima y el carácter de sus hijos y evitando que se avergonzaran de sus raíces. Esto se refleja en una de sus principales enseñanzas: “nunca tienen que avergonzarse de ser mapuche, porque es como que se avergonzaran de tu madre, de tu padre, de tu abuelo, de todos”, manifiesta Antonia. Antonia, sobre todo, lamenta que esta protección, bien intencionada y llevada a cabo desde el dolor, implicara el corte, en su generación, de la continuidad de hablantes nativos de la lengua mapuche. Como consuelo, Antonia y sus hermanos heredaron una competencia básica en la lengua originaria: “Nosotros entendemos mucho mapuzugun porque íbamos a la comunidad y lo hablaban. Entonces nos mandaban en mapuzugun, pero nunca nos hacían hablar y nosotros tampoco conversábamos. Yo, por ejemplo, entiendo más de lo que puedo hablar”. Este vacío deliberado, sumado al vértigo de cada verano, generó en Antonia una fuerte curiosidad que la llevó a una búsqueda incansable de sus raíces y a la conformación de una identidad fuertemente anclada a sus orígenes familiares. Esta formación explotaría en su adolescencia con su encuentro con las prácticas culturales y el movimiento mapuche. De la formación a la participación Antonia creció con la convicción de que la lucha es el camino para reposicionar los derechos de su pueblo. A los 15 años, conoció personas ligadas al movimiento mapuche en Santiago y comenzó a participar en organizaciones sociales. Comprendió que muchos de sus hermanos Antonia Huentecura
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