La vida santiaguina

66 ZOS HOMBRES GALANTES calezas esperaban a la ptierta forniando una larga fila i hasta jentes de tupada se asonia- ban por las ventanas. Esa noc!ie estaba destinada a preseiiciar una galanieria digna de Versaillea. Eran las diez i el baile se habia interrum- pido por un nioinento. Una de las mas herino- sas i elegantes damas, rlolla Emilia de Uribe, habia roto el rico collar de perlas que oculta- ba su rosada garganta. Las perlas citbrian el pavimiento i 10s con- currentes, coni0 otroa tantos Baliingham, pisa- ban sobrc ellas. Este incidente desgraciado, clue lialoia en- tristecido algun tanto a la senora de Uribe, habia tarnbien enfriado la fiesta. Cano de Aponte se prese.ita a1 instante en el salon Ilevando suspendido en sus rnanos un collar de perlas rnucho inas valioso que el que acababa de destruirse. Era la alhaja inas rica que hasta ent6nces habia llegatlo a la colonia. Todas las danias dirijieron a1 collar una de esas miradas profundas i ardientes que las mujeres fijan en las joyas. El presidente se acerca galanteniente a la

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=