La vida santiaguina

48 EL TRAJE DE LAS SANTIAGUINAS tura del pecho i su circunferencia se veia dambien adornado de finisimos encajes. El cor& se apret6 mas a la cintura. Las enaguas se adornaban de hermosas blondas para que ba- jando un poco mas que e l faldelliii se viera una especie de nube de encajes; l a enagua . superior tenia una pretina adornada de bor- dados; sobre esta pretina se colocaba un cintu- ron de tela de plata u oro, de modo que no ocultara 10s encajes. El faldellin llegaba has- ta e l empeine del pi& A medida que se au- nientaba e l escote para clescubrir e l sen0 se bajaba e l vestido para ocultsr l a pierntl. El r. rubor descendia. El nuevo faldellin que era de tish o brocato de vivos colores estaba cu- bierto de angosto dobleces, hechos a lo largo, prendidos unos con otros para que no se deshi- cieran, i se ataba a la cintura de modo que dejara descubierto e l frente del vestido. So- bre los hombros, sin ocultar e l escote, se ponia una especie de roquete sin mangas, a que se daba e l nombre de colons, abierta por 10s costados i que solo caia h a s h la mitad de la espalda, para lucir la cintura. Pero l a modificacion mas importante que la

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