La vida santiaguina
LA ETIQUETA COLONIAL 29 - nia tenia lugar con gran pompa. El desaire fu6, pues, tan pfiblico, que Salles, a pesar de su humildad reconocida, derram6 ]&grimas de verguenza. I no fu6 esta la sola aventura de orgullo i vanidad que provoc6 e l impertinente obispo: despnes de haber humillado a un Iraile que gozaba de jeneral estimacion, quiso tambien pasar sobre las togas i 10s titulos de 10s niiembros de l a real audiencia. Era costunibrc que 10s oidores costearan de su peculio particular las fiestas del C6rpus; para las del C6rpus de 1662, 10soidores acor- daron inritar en conjunto a1 obispo i a1 clero. E l orgulloso Humanzoro, ofendido e irritado porque no habia merecido una invitacion espe- cial, prohibib a1 d e r 0 concurriera a una fiesta cn que no se habia tenido la cortesia de invi- tar a1 obispo por separado. El nuevo capitan jeneral, don Juan de Henriquez, a1 tomar e l manclo de la colonia, en- contr6 a la sociedad ocupada de este grave asunto, que tenia acalorados todos 10sespirit'us. Queriendo iniciar su gobierno con uii acto de cortesia que l e distinguiera, f d en persona a
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