La vida santiaguina

28 LA ETIQUETA COLONIAL fuerza de la costumbre era tan poderosa, i una falla de etiqueta era un crimen tan abomina- ble, que ese mismo sabio e ilustre obispo Vi- llarroel, castig6 mas tarde con cccuatro pesos de rnulta,, a1 dean de Santiago, porque habien- do el obispo regrerado a esta capital, despues de un viaje a Concepcion, no salib a rezibirle, i solo le visit6 en su palacio dos o tres dias despues de su llegada! Algunos afios mas tarde, en 16’71, tuvo lu- gar otra ruidosa polemica de etiqueta i cor- tesia iniciada, no ya por 10s oidores, sino por e l bilioso obispo de Santiago, que l o era el camorrista i orgulloso fraile franciscano San- tiago de Humanzoro. Ese humilde siervo de Dios mand6 arrojar de l a iglesia catedral, en circunsiancia que se celebraban con gran porn- pa lss lionras fGnebres en honor de Felipe IT, a1 prior de San Juan de Dios, a1 ilustrado i virtuoso fraile Nicolas de Salles, por el he- cho de haberse sentado en uno de 10s sillones destinados a la jente de copete, en cuyo nfi- mer0 no figuraba e l modesto lego. El templo estaba lleno de jente; por primera vez se ha- hian enlutado sus naves, i l a 16gubre ceremo-

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=