La vida santiaguina

Pero volviendo a1 interior de 10s claustros, poblado de las mas bellas mujeres, in0 es verdad que la sangre se hiela en las i-enas a1 recordar esa Qpocaen que doininaba el fanatismo i la ignorancia mas cornpleta? iDe quQservia en- ttnces l a hennosura, la gracia, el talent0 i la juventud? Todo eso debia de estinguirse, de ocultarse, como se oculta nn crimen en la sc- ledad. Las frescas i sonrosatlas mejillas debian de palidecer i enflaquecer; 10s ojos negros o ttzdes, perder su hrillo i su espresion, i las es- plenrlidas cabelleras estaban condenadas a caer sobre el piso de 10s refectorios, a1 golpe de l a tijern conventual, verdadera guillotina de la helleza i de la juventud. Puede decirse que toda la vida de alegria i de amor de las mujeres de entbnces se retlii- cia a 10s alios de l a infancia, i que 10s bevos i las caricias de la maclre eran las ~ n i c a s espan- sionefi afectuosas que mas tarde podrian re- cordar en el silencio de si1 eterna soledacl. Cuando ys eran mujeres, cnando llegaban R coruprender la mision de amor i de sacrificios que el destino les selialahan en el mundo ic6- mo no habisn de sentir el corazon oprimido

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=