La vida santiaguina

112 EL LIRlSMO desencanto, comparando la Bpoca presente, las cenas artisticas que eran reuniones de alto to- no, per0 tambien de alta confianza en las cuales junto con el champafia se desparramaba el irrjenio, l a broma sixtil i amable, l a alegria atronadora i franca de una jnventud entusiasta. Los buenos tiempos se van como 10s dioses; dej~nrlonos solo adorables recuerdos. iQL1iBn hahria. sido ent6nces bastante escdptico para proletizar clue la Rossi habia de abandonarnos para siempre sin hacernos falta; que l a Panta- nelli, semejante a la Mjazet, habia de morir aislada entre nosotros, abandonada como una santa reliquia de Jernsalen en manos de in- crBdulos i de hercjes, i que sobre su tumba so- l o se dejaria oir el canto de un poeta infantil, Scutti Orrego, que nunca la vi6 en el proscenio de su gloria, sino solo en 10s dias de si1 caduca vejez! Bajo tan felices auspicios, el Teatro Lirico inici6 SLI desarrollo. Numerosos artistas, atrai- dos por e l bullicio de 10s aplausos, llegaron a Santiago, entre ellos, Casanova ha dejado re- cuertlos imperecederos, que no ha lograrlo es- tinguir ni el talento de Rossi Ghelli. Casanova

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=