La vida santiaguina
Lanza, que tenia una reputacion parisiense. Habia tambien una juventud nurnerosa i entu- siasta, talvez la inas brillante j uventud que haya producido esta fecunda tierra. 1,os artistas, especialniente las mnjerC,, T eran de mdrito snbresaliente. Teresa Rvssi niujer fina, flexible, parecia cinibrarse en la escena; su tez era blanca, pero algo tostada por el sol de Italia; sus ojos azules oscuros, hasta pare- cor negros, color misterioso que dejaba entre- yer la esperanza i la duda. Parecia que en su niiiez habia sido rubia; pero el tiempo, que cambia hasta e l color del oro, liabia teiiido sus cabellos, dejando en duda su verdadero color, como sucedia con e l de sus ojos. A1 reflejar sobre su cabeza la l u z de las bujias, parecia distinguirse algunas hebras doradas que de- nunciaban el color primitivo de sus cabellos. --Clorinda Pantanelli era de regular estatura i de una fisonomia agradable e intelijente; sus brillantes ojos negros espresaban toda la pa- sion i vehemencia que habia en su alma de ar- tista; cuanclo sonreia, i &e era uno de sus ra- ros encantos, parecia que s u sonrisa iluminaba 811 rostro. Era una de esas mujeres que tienen
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