Informe país Estado del medio ambiente en Chile: Comparación 1999-2015

157 AGUAS CONTINENTALES UNIVERSIDAD DE CHILE | 2016 de terreno con técnicas de percepción remota y métodos de prospección geofísica, los cuales se aplican en distintos niveles de complejidad, hasta elaborar una línea de base glaciológica, organizando la realización de estudios hasta generar información adecuada para todos los glaciares del país. Esta estrategia está desarrollándose progresivamente hasta el día de hoy con el financiamiento de numerosos estudios y programas de monitoreo. Adicionalmente, en el año 2006 se presentó una propuesta legislativa sobre los glaciares, la que con modificaciones continúa su discusión en el parlamento. 2.4 CONCLUSIONES La evidencia del efecto antrópico sobre el régimen de precipitaciones es una conclusión emergente en este informe 2015 que no fue considerado en 1999. En consecuencia, para el estudio del estado de las aguas continentales en Chile, balances o cuentas nacionales asociadas a los recursos hídricos, se debe también abordar el impacto de los patrones de circulación meteorológica imperantes en el Pacífico Sur y el cambio climático, sobre todo en un contexto de aumento de presión por el uso del recurso hídrico reportada en este informe con fuertes cambios en la asignación de derechos de aprovechamien- to consuntivos, en especial los de agua subterránea. Una mayor comprensión de los fenómenos que determinan el estado de las aguas continentales en 2015 ha permitido mejorar la forma de enfrentar los desafíos políticos, económicos, sociales, administrativos y de gestión asociados a las aguas continentales. Un ejemplo de lo anterior es el mejoramiento sustancial respecto al conocimiento sobre los glacia- res, el cual debiera ser tomado en cuenta por el Estado, la clase política y en general por la opinión pública, a la hora de abordar problemas ambientales o productivos relacionados con estos cuerpos de hielo, en particular cuando se discute una ley de glaciares o se evalúan proyectos mineros o hidroeléctricos en sus proximidades. Al igual que 1999, se constata además que una mejor comprensión de los fenómenos observada en 2015, no es sinónimo de avances sustanciales en materia de clasificación biogeográfica de las aguas continentales, de una identificación de cambios en los ecosistemas acuáticos asociados y de una formulación de planes de manejo de cuencas hidrográficas de carácter vinculante. Por ejemplo, el concepto de cuenca hidrográfica, como principal área física asociada a la gestión de los recursos hídricos, todavía continúa estando ausente de la mayoría de los instrumentos de planificación territorial. El reconocimiento cada vez mayor de la influencia del uso de suelo y las prácticas de manejo de éste sobre la disponibili- dad de recursos hídricos y la sustentabilidad de los ecosistemas acuáticos, es una de las diferencias marcadas de la com- paración 1999-2015 (e.g., cambios observados en el estado de lagos y ríos). Sin embargo, lo anterior aún no se traduce en cambios sustanciales en las políticas públicas asociadas a la gestión integral de la tierra y las aguas de manera coordinada entre los diversos sectores productivos En materia de organización del Estado, uno de los cambios más importantes entre 1999 y 2015 es la creación del Ministe- rio de Medio Ambiente que aparece como un actor relevante en materia de protección y control ambiental. Sin embargo, concordante con el diagnóstico del Banco Mundial (2013) y DGA (2016), es necesario resolver con urgencia la elevada dispersión institucional involucrada en materia de gestión de recursos hídricos, y dotar de recursos, tanto a la Dirección General de Aguas como al Ministerio del Medio Ambiente, para continuar proporcionando información confiable y opor- tuna, aprovechando los importantes cambios observados en el período en materia de tecnológica, para el monitoreo del estado, presión y respuesta de las aguas continentales. Probablemente uno de los cambios más importantes entre 1999 y 2015 puede observarse en la respuesta pública y priva- da en materia de resguardo de las aguas continentales. La presión ejercida sobre los recursos, sumado a los compromisos nacionales e internacionales, se ha traducido a que Chile cuente por primera vez con una política explícita que recoge la urgente necesidad de articular el uso del suelo a los recursos hídricos, así se reconoce en vínculo en la provisión balancea- da de los bienes y servicios que proveen los ecosistemas. Sin embargo, desarrollar los instrumentos que permitan hacer

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