Cosmografía y otros escritos de divulgación científica
Cap. 111. Idea del globo terráqueo fuerzas motrices y por los estorbos que se les oponen, no po- dremos percibir de modo alguno que la tierra se mueve y nosotros con ella: la sola diferencia que notaremos consis- tirá en el movimiento aparente de otros cuerpos, indepen- dientes de la tierra, como son el sol, la luna y los demás astros. Así una nave que se desliza suavemente sobre un manso río, apenas parece moverse; y yendo en ella se nos antoja que estamos quietos, y que los edificios y árboles de Ja ribera caminan en dirección contraria a la que nosotros llevamos. En la cámara de un buque, andamos, nos sentamos, leemos y ejecutamos todas las acciones acostumbradas, como si el buque no mudase de lugar; si tiramos una pe!ota hacia arriba, vuelve a la mano; si la soltamos, cae a nuestros pies: los insectos revolotean alrededor; y el humo sube, como en nuestro hogar. A la verdad, sobre la cubierta del buque, como el aire no es trasportado con él, sentimos que nos bate la cara, y nos parece que se lleva el humo, las plumas y otros cuerpecillos ligeros en dirección contraria a la nuestra; pero ésta es sólo una traslación aparente, figurada por la verdadera del buque; como la aparente retirada de la costa, cuando somos ~osotros los que nos alejamos de ella. Esto manifiesta lo poco que vale la objeción que a ve- ces se ha hecho contra el movimi{;nto rotatorio de la tierra, alegando que una piedra desprendida de lo alto de una torre no debería caer al pie de ella, sino a mucha distancia, su- puesto que durante la caída habría corrido el pie de la torre un espacio considerable, en virtud de la rotación de la tie- rra. Pero la experiencia desmiente esta suposición. Un cuerpo que se suelta o se arroja, participa del movimiento de la persona de cuya mano ha salido. La ilusión debe ser, pues, perfecta y completa en la hipó- tesis del movimiento igual y continuo de la tierra; los cuer- pos que están en conexión con ella, y que se mueven de un punto a otro de su superficie, harán sobre ella el mismo camino que si permaneciese inmóvil; y el sol, la luna y las estrellas nos parecerán moverse de oriente a occidente, mien- fJ
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